Ella se encontraba durmiendo en su habitación, tenía un encanto de niña, rosado y puro a la vez.
Aunque parecía dormida y soñando, estaba con los ojos abiertos, recordando ese momento tan hermoso, donde su cuerpo entró en contacto con otro, en un atardecer hermoso, y con la persona que ella amaba.
Mientras viví dentro de ella, me di cuenta que era muy linda y le gustaba reír, sentía en su risa su alegría, sus ganas de vivir y me provocaba cosquillas, entonces, yo también reía junto a ella y casi sentía que nos quedábamos sin aire, pero, ¡si que lo disfrutábamos!
Creo que ella no sabía que yo estaba ahí, por que hacía cosas que me lastimaban, sentía que subía y bajaba de un lado a otro, me sentía apretado, agitado y con dolor, pero ella como si nada seguía.
Durante este tiempo comimos mucho sin tomar en cuenta si era el momento o no, ¡pero si que comimos! a veces sentía que flotaba y en otras ocasiones no podía moverme y me quedaba estancado y hartado.
Me gustaba escuchar su vos cantando, recuerdo sus gritos cuando un gato la asustó y yo di un brinco espantoso, y esto provoco en ella un dolor, para mí su voz, era melodiosa.
Escuchaba otras, había alguien que le gritaba y ella se enojaba, recuerdo que cuando llegábamos a casa sentía golpes fuertes que me hacían desubicar y escuchaba su voz diciendo; ¡no me molestes! ¡No me empujes! ¡Me lastimas! Y eran sus perros que se alegraban por su llegada.
Me sentía muy amado cuando al dormir ponía sus manos sobre mi estómago y parecía que me aliviaba todo el dolor y cansancio, pues todos los días teníamos que cargar algo en nuestras espaldas que ella lo llevaba de un hombro al otro para no cansarnos mucho.
Algunas noches escuchaba muy cerca de mis oídos una voz que le decía “preciosa” y ella sonreía, yo sentía que por su cuerpo pasaba una energía y me gustaba sentirlo junto ella, sentía que dormía más tranquila cuando hablaba con él.
Un día pude sentir otra sensación, era él, estaba ahí; con nosotros… Lo reconocí por su voz, puso sus manos sobre mi cuerpo y me acarició suavemente sin miedo y de modo diferente. Junto a ella viví sus tristezas, lágrimas frustradas, su dolor.
Durante unos días nos sentimos muy mal, recuerdo que un día fuimos a un lugar, extraño al parecer, porque sentía sus nervios y también estaba él, ella se sentía mal por algo, yo no entendía.
Al llegar a casa ella estaba distinta, pensativa ¡y me habló por primera vez! Y me preguntó ¿estás ahí? ¿Por qué no me das una señal de que estas ahí? Entonces esta noche dormimos muy tristes.
Pasó un tiempo y recuerdo que fuimos a otro lugar donde le dieron la noticia de que yo estaba ahí, ella solo sonrió y se quedó callada. Entonces escuché la voz de él diciendo: ¿Por qué no te tranquilizas? ¡No es nada malo! él parecía tranquilo, ella se calmó un poco al escucharlo, y sentí nuevamente sus manos, él me toco sentí algo bonito…
Sus días cambiaron, pensaba mucho en mí, pero la sentía lejana, solo sonreía con sus amigas, caminamos mucho, comimos mucho más de lo debido, que incluso sentía que ¡iba a reventar! Un día, este día no lo olvidaré, ella se levantó con mucha energía, yo sentía que empleaba mucha fuerza y me causaba daño, no sé que sentía pero me dolía y ella no se dio cuenta que me perdía ¡yo si…! ¡Me moría!
Cuando la vi, porque yo ya no estaba ahí, sintió que de su cuerpo algo se desprendía y le producía un dolor muy fuerte, estaba sola, ¿qué podía hacer yo?, no podía consolarla, pero la vi muy asustada e intranquila, la vi sufrir… Ella no podía con ese dolor, sentí su culpa, pero no la pude ayudar.
Pero ahora la veo desde aquí, es tan hermosa… Es mí mamá, y aquí estoy con un amigo, que conoció a mi papá y estuvo junto a él durante un tiempo, viviendo y sintiendo las mismas sensaciones.
Estoy feliz, pero me gustaría estar con ella, por que el tiempo que estuve ahí… Fue divertido, claro, aunque ella no sabía que me tenía. Leí un canción que me escribió y lo que más me gustó fue esta frase que decía: “Tu crees que no te amo, aún antes de tenerte ya te extraño, mi amorcito”.
También leí una carta que decía así: “No fue mi culpa amor, no fue mi intención yo no lo sabía, formabas parte de mi cuerpo, tenías mi alma, vivías con mi corazón, te alimentaba con mi alegría, en mi vida serías algo maravilloso ¡mi hijo, mi ángel!
Disculpa; no me olvidé de ti, yo te espero, solo regresa a darnos con tu alegría la razón de nuestras vidas.
Yo en ti vería al amor de mi vida, en ti, solo contigo estaría
cerca de él, y no me sentiría tan lejos, ahora me olvidará.”
Te amo. Desde aquí los veo a los dos, ¿sus vidas tienen
distintos rumbos? No lo sé, tal vez mi llegada los uniría
o separaría más, los cuidaré y no los olvidaré,
tengo la esperanza de algún día volver a estar con ella,
vivir con ella, reír con ella, pero también lo quiero
sentir a él.
Colaboración de
Matcady
México