Un tacto incomprendido que no podías explicar, la forma de tu rostro enrojecido que te hacia lucir más bonita de lo normal, aquel brillo especial en tu mirada y las palabras amarradas a tu boca, el nerviosismo de tus manos, tu presencia angelical.
El silencio invadía el entorno y nosotros presos del orbe, nuestras miradas se cruzaban ferozmente con pose a la batalla que se avecinaba y se acercaba a dos locos románticos con cero idioma corporal, con una mímica hablada difícil de ocultar, sin determinación en el cuerpo y sin destreza literaria para poder explicar la sensación mutua que se sentía con tan solo hablar.
Yo, inquieto, no podía reaccionar, mi cuerpo tomó voluntad propia, no tengo palabras para poder explicar qué hace mi mano tomando la tuya y el repentino flash que terminó en un beso viajero, que derribó tus labios, que sintió tu aceptación fugaz, realmente no sé si he cometido un error, es mi mejor amiga y no sé cuál será su reacción. Tengo miedo de perder los días de cerveza con pláticas sin sentido, risas estúpidas que se colaban en resacas y crudas morales en noches mañaneras alegradas con cantos de mariachi y rodeadas de lágrimas desconsoladas por tu fracasado amor.
Yo, amigo de penas amorosas, cómo poder evitar el no sentir algo con tan dulce ser, mujer que ama sin medida, le lastimas y sola en las noches finge alegres sonrisas enmarcadas con cicatrices y maquillaje visible, qué deseo curar… ella sólo me pregunta:
¿Qué ha pasado?
Que estoy enamorado de ti.
¿Y tú también me harás sufrir?
Sólo el 30 de febrero te haré llorar porque será el día en el cual yo te deje de amar.
Colaboración de ADMARE
México