Te quito el polvo con mi sueños
te doy vida, te vuelvo eterna,
cada vez que en mi camino
con una tumba tropieza mi pierna.
Ave añeja y rebelde
Que llegaste desde occidente,
En aquel otoño esplendoroso
Para posar tus alas en mi frente.
Pluma ausente de caricias
de verdades anticuadas,
que llenan de luz mis tinieblas
y resplandor a mi alma apagada.
Tus garabatos la traen hasta mí
espejo de su rostro y su mirada,
huellas de sus bellos sentimientos
y renacer de remembranzas amadas.
Pones en reversa el reloj
De ésta vida desgastada,
y detienes al mundo en su vuelo
tan sólo para reavivar mi anhelo.
Tus manchas sombrías
irradian mi imaginación,
y me alojan falsamente
en su ausente pensamiento
en su errante corazón...
Colaboración de Miguel Rodríguez
México