El silencio se acerca, como viento podrido,
al mínimo remanso de mi herida abierta.
Te encuentro entre las voces de una incertidumbre
cansada de girar sobre el eje roto de mi cuerpo.
Hermética, distante, líquida,
te escurres en la turbulencia de un momento grave,
de movimientos pendulares que me arrancan
una multitud de transparentes odios.
Cultivaste muy dentro de tu alma,
un pequeño jardín hecho con naturaleza muerta y rosas negras,
Solo lo alimentaste con lágrimas y sangre,
nutriendo los deseos de tu vida mutilada.
Eres la sombra que la muerte esgrime tras de mí;
un oasis de tinieblas sobre el mar de lágrimas;
nube anclada, mujer triste, charco de sangre,
niña olvidada, campana transgredida,
eco de notas estrelladas en la piel del ocio.
Mi rostro te espera como el viejo que aguarda
el beso fúnebre de su agonía.
Rueda tu nombre en la penumbra;
rueda y rueda abismo abajo,
a través de la garganta agusanada
de ciertos niños que jamás nacieron,
que jamás miraron más allá
de un palpitante coágulo.
Niños de cal,
de pútrida sustancia convertida en leche.
Niños crucificados, abortados
por la abyecta tempestad del vino,
por tu muda entraña congelada.
El tránsito del miedo me dijo su secreto:
no hay lugar, no hay tiempo,
no hay más que el silencio y su marcha cadenciosa...
Escuché tu voz... me llamaste...
y volé a tu lado...
como el cisne que me trajo una mandrágora:
tal y como te presentaste en mi vida...
Te vi congelada, atrapada, inerte;
tus manos besé con lágrimas de hielo.
Lívido, tu belleza me hipnotizó,
como del crepúsculo al amanecer.
Tu sueño envenenó mi ansia,
viendo tu piel tan pálida.
ni un aliento de vida eterna,
susurraste de tus labios azules.
He llorado toda la noche, he creído, he rezado,
me he persignado, he sido una sombra roja
sentada al pie de un piano que desde ahora es mudo,
por que tus oídos se han vuelto sordos para el.
Tu ausencia ha tenido consecuencias:
Hierven los mares,
todo lo viviente
es consumido por el fuego.
No hay sol, sólo nubes
cargadas de veneno.
Se ha hecho realidad
aquello que nos describieron como el infierno.
Mi beso te envenenó de mi maldición,
tus labios congelarán mi fantasma.
Somos uno con la noche, aunque no vivas.
En la gélida nevada del tiempo sin fin,
Bailaremos el Vals de la Sombras.
Ha dejado tu partida
dolor hiriente invadiendo mi cuerpo,
Cruel vacío provocado
el mirar tu perpetua partida infinita
sin importarte mi eterno dolor,
Te has marchado para siempre
Mis marchitas alas duelen por ti
Es igual a un otoño sin muerte seca;
Luciérnagas espirituales alumbran tu inercia
Luciendo tu vestido de negra princesa oscura.
Quisiera ser aquel ángel nocturno que mató tu vida,
aquel que no te deja soñar...
que no te deja respirar, que no te deja despertar...
Inmóvil, yaces en tu fría tumba,
vigilada por los engendros de la noche...
Dime de qué color es el territorio
que uno cruza antes de morir...
Sólo es tierra desierta,
arena removida
eternamente sedienta
¿O acaso crecen flores allí?
Estoy al borde de un abismo de profunda soledad
y creo que la luna nunca se había visto tan triste,
Pues desde lo alto ha contemplado mi dolor...
Me encuentro al borde de este precipicio,
y siento tan oscura y tan vacía esta soledad
Que quiero irme contigo...
Deseo darte vida interminable,
¡Despierta de tu sueño mi bella!
O tus ojos cubiertos por las sombras
¡Nunca contemplarán a tu caballero nocturno!
Estás muerta, lo sé, y jamás despertarás,
Aunque te invoque eternamente,
Jamás volverás a mi lado.
Espíritus, fantasmas, monstruos y engendros
Vinieron por ti, y te arrancaron de mi.
En un carruaje fúnebre, las sombras espectrales
Me llevan al mundo gris al cual me condenaron,
Al mismo de donde salí
Me llevan, me voy, y no me atrevo a decirte adiós...
Y la piel de tu cadáver me tembló en las manos;
y tus labios se asfixiaron en un frío lloriqueo incesante;
y la luz de tus cabellos se apagó al tocar el agua...
Ya no me queda nada,
ni siquiera el miedo;
tan sólo un coro helado
que galopa en el recuerdo
de tu cara de niña envuelta en lágrimas,
de tu beso de mujer hecho ceniza,
de tu pálida figura contra el sol,
como un canto estrellado:
negro cisne degollado de mis obscuras ilusiones.
Colaboración de Dark Prince
México