La diosa baja la vista desde el cielo,
mira de un lado a otro buscando presa,
viste sus alas de seda
y cubre sus garras sedientas,
libera la exótica esencia de su piel,
gotea el llanto de mil hombres por su cuello.
La mirada que hipnotiza
y arranca de los hombres su camisa
ha encontrado carne fresca,
lo observa y sus labios lo saborean.
Finge caer a sus pies
pero jamás han tocado el suelo,
él cae en el juego
¡Pobre incrédulo!
Con su antifaz de ingenuidad se volvió princesa,
violó sus pensamientos al verlo,
desfiles de palabras y sinfonías de besos
lo sedujeron a la ilusión,
al arma de las arpías: amor a primera vista.
La alimento con su amor, se volvió fuerte,
lo atrajo a una jaula de púas y cadenas
disfrazada de sábanas y almohadas,
¡Pobre carne fresca dispuesta a ser sacrificada!
Besos carmesí desnudaron sus huesos,
ella gritaba, extasiada de placer
con el choque de sus partes,
él gritaba, alimentando su placer
con cada una de sus partes.
La diosa tomó su verdadera forma,
la bella flor carnívora alzó el vuelo,
restos putrefactos y carcomidos
de un amante que la quiso hasta el último dolor
eran la única evidencia de su "amor".
Bajo la luz del sol blanco va ella
con los pies limpios, sin rasguños,
flotando bajo el mar oscuro del cielo
buscando y saboreando a su nuevo amor.
Colaboración de Ave de flor
México