Con el aroma intenso a café
me dispongo a mi mundo de amores eternos
que entre páginas, regalan esperanzas
y el antojo de un cigarrillo para apaciguarlas.
Un par de ojos de más se dedican a ver los míos,
la alegría me calienta el alma y las mejillas,
me ha visto y ha descubierto el reojo.
Sería inevitable el antojo de conocerle,
con aquella juventud pasada de años,
que le sobra la galantería y las canas.
Basta media sonrisa para el inicio,
para el encuentro de nuestros sentidos,
para el contacto de nuestros tactos.
Solo cuando intentas liberarte te sientes te prisionero,
yo quiero ser libre entre su aliento y perfume;
no había sentido antes la vida tan exquisita,
ni había soñado años de mi futuro, en segundos.
Y llega una delicada voz femenina
que me arrebata la luz gris de sus ojos;
y me recuerda que el amor casual,
solo está entre páginas.
Él lanza una última mirada de sonrisas,
y yo me dispongo al expreso frío de mi mesa.
Allá van dos almas, con buena compañía,
compromisos y papeles sellados.
Aquí la mía, con historias que no le pertenecen,
esperando otro encuentro, otro café.
Colaboración de Sidney
Bolivia