Alcanzaré lo alto de la sinrazón y desde allí gritaré tu nombre.
Y no me oirás.
Cuando ya mi voz no exista seguiré gritando hasta caer
erosionando mi cuerpo en el camino
bajando sólo mi alma con el peso de mi corazón (de carne).
Pasarás con frecuencia a mi lado
y no me verás.
Me recordarás cada invierno, cada paso a primavera
y contigo estaré a tu lado; por siempre
y no me sentirás.
Susurraré a tu oído y besaré tu boca
amaré cada centímetro de tu cuerpo
y tu piel se erizará en un éxtasis de gemidos y placer
reconociendo otro cuerpo y otra alma y otra voz,
y no me sentirás junto a ti.
Y lloraré y me alegraré; sufriré, roto por ser por único tu amigo
y seguir amándote sin amarte ni tocarte; y en cada lágrima que el futuro te depare
encharcarás mis pulmones
dejando las sales en la herida que soy todo yo.
Resistiendo y recuperando, sufriendo, resistiendo y reparándome
pues es lo que puedo sentir
y es por lo que quiero vivir,
por el martirio de mi penitencia
si sé que eres feliz.
Y caerme de la locura a tus pies
abriendo los suelos
permaneciendo por vez última, ante tu dolor
por la pérdida de un amigo, yo.
Y no sabrás que muero por ti.
Colaboración de D. Ávila
España