Luz de mi vida, fuego que habita en mis entrañas
pecado mío, alma mía, no te alejes, te lo suplico
aunque el aire nos falte,
aunque el sol se apague
aunque la oscuridad reine y no nos distingamos de ella,
aunque el frío aterrorice y el miedo se lave las manos
cariño mío, no cierres tus ojos marinos, no me olvides
aunque las rosas se marchiten y reine la soledad,
aunque ya no sintamos nuestras caricias
aunque ya no podamos oler nuestra esencia,
no sedas a esta perdida, no rompas nuestro hilo de unión
alma brillante, amada mía, no te apagues,
porque yo te amaré hasta el final de los tiempos.
Colaboración de Horacio Ronda
Argentina