Miro al cielo deseando que la luna hable
de la soledad que paso sin tus besos,
de aquella melancolía que llevo en el corazón,
sabiendo que tú sientes lo mismo que yo,
y por las noches siento que estás a mi lado
tomándome de la cintura y yo robando un beso
de aquellos labios sabor a miel.
Al atardecer, miro el sol perderse en el horizonte,
cómo su luz va siendo reemplazada
por el esplendor de la luna,
miro fijamente el cielo, cómo la noche va llegando
y una lágrima corre por mi mejilla,
al pensar que tú no estás a mi lado
y llego a mi morada, solo encuentro
los recuerdos de tus besos, tus caricias
y el perfume de tu piel impregnado en mi cuerpo.
Le pido a Dios que los días transcurran
como los minutos veloces y fugaces,
que el día para volver a tenerte entre mis brazos
llegue pronto y hacernos el amor como dos locos desenfrenados,
entregándonos por completo en cada caricia,
en cada beso, en poco de ti y de mí
aun estando lejos duermo a tu lado,
me despierto con el aroma de tu cuerpo
contemplando tus ojitos bellos
que me miran con brillo de amor y alegría.
Al llegar la noche después de una gran faena,
regreso con la esperanza de encontrarte en nuestro lecho de amor,
seductor y dispuesto a entregarme en cada beso y caricia
todo el amor que me mantiene vivo,
de estar a tu lado sin reparo en el tiempo,
ni el momento preciso para darnos por completo.
Te amo con cada aliento de vida, con el corazón,
la mente y el alma, te adoro aun en la distancia,
te idolatro con el corazón como mi reina,
mi musa y mi inspiración, la luz de mis ojos
y la mujer de mis sueños más profundos guardados en el corazón.
Colaboración de Polifemo
Perú