En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, comenzó escribiendo el maestro Cervantes y sintiendo en mi interior la verdad de esta frase, me encuentro batallando en la niebla contra los gigantes, sin armadura, desnudo mientras sus aspas zarandean mi vida, girando una y otra vez como si la ruleta del destino no fuera a detenerse.
Veo caer las hojas y veo cómo el solitario campo se marchita, se enmudece, escuchando las livianas palabras de otros poetas susurradas por el viento que vieron cómo el tiempo avanza hacia nosotros como un oráculo, preguntándonos por el significado de nuestra existencia.
Cuestión difícil de responder en los tiempos del egoísmo pero sin embargo si somos fuertes, si somos valientes, podremos detener el tiempo durante un instante y descubriremos que él está ahí, esperando ser rescatado, esperando que nuestra alma se llene con su presencia y en ese momento sabremos con certeza que el amor lo vale todo, que es lo que nos hace diferentes, que es tristeza, que es alegría, que es llanto, que es ira, lo es todo y recuperarlo es vencer, es alcanzar la felicidad.
Por eso, aun sin armadura y en la más profunda oscuridad, veo tu luz, y en ese momento, desorientado y derrotado vuelvo como el fénix que renace, bombeando esperanza desde mi corazón, dándome fuerzas para llegar a ti, y es que, aunque no sea Dante, atravesaría los infiernos para encontrarte, buscaría tu alma y le daría mi vida para que tu felicidad sea la mía y juntos venzamos al implacable y poderoso tiempo, haciendo que cada segundo de nuestras vidas sea el amor quien la domine y juntos de la mano nos reiremos del mundo.
Para una mujer que se instaló en mi corazón y que no saldrá jamás.
Colaboración de Juanjo
España