El sendero avanza en la realidad grávida, en la luz que sostiene el calor de las sabanas,
La ventana es la escultura del viento que sopla el cuerpo vivo en el desliz de mi amada que renace en el espejo del agua con espeso follaje de pestañas. Me desvanezco entre sus párpados en las mariposas que sobrevuelan los pliegues de sus llamas, mariposas que van al fuego de la muerte, en la envuelta sombra persiguen la flor de su forma.
Crea su edilicia simetría en el pasaje del invento. La luz es sólo tiempo de paso en los
frutos de su cuerpo que detienen el impulso de las ráfagas. Mujer descalza, niña con pies de agua, cántaro de mis entrañas, dame de tu copa doblada la transfusión necesaria de polen ruido y úngelo en mis labios, con tu boca justa que reinventó el juego de la lengua… Con las manos invisibles y en vela entra en mi boca quieta, como una chimenea de muro indefensa
contra el humo que se esfuma por tus poros.
Por tu vestido oscuro se menean los rácimos preñados en nuestra vendimia. En tus puertos se ocultan largas leguas donde alimentaste mi boca de amarillos copos y como un agua viva en su siesta me heredaste los paralelos de tus líneas fundidos en mi cuerpo.
Colaboración de Ricardo Álvarez
Argentina