En la voz de mi boca está tu nombre y
bebo tu cuerpo con la sed del hambre.
Tu gruta de boca se puebla con mis labios,
es vasta la celosía de tus párpados
para rugir con vértigo mis anhelos.
Senda de piel intacta,
fina caraca de tacto
en tu espalda,
risa que salpica mi carne.
Agua de tu cuerpo
humedece mis dedos.
Despierto entre tus venas de lluvia
alimentando mi entraña de tempestad.
Tallo, muslos.
Brazos, frente.
Descalza donde
camina el sudor de mis labios puros.
Vientre, ingle,
púdico tarso
donde el agua se desembaraza
de gotas
latir de notas es tu corazón.
Pupilas de tu boca,
asentado dejo un beso.
Silencio irrumpido,
mi palabra despierta nominándote.
Plenitud de lana
escarcha de trigo dorada
frenesí de labios,
el tiempo parece estatua
de hechizo,
un divino dibujo de almohada,
amándote.
Amándote con respiro inquieto.
Colaboración de Ricardo Álvarez
Argentina