Reina de mi alma,
el presente correo es tan solo un grito al infinito;
que se convertirá en un eco en una montaña.
Será un grito silencioso que eleva mi alma
y que en medio de este silencio infinito
que al que condenaste mi desahuciada alma.
Te amo, es claro eso, mi alegría depende de tu bella mirada;
mi soledad es mi amante y como asesina despiadada
me apuñala con recuerdos donde mi cuerpo
se funde eternamente y apasionadamente en un momento
de infinita ternura y amor.
Por ello, cuando cierro mis ojos
se eleva una plegaria al todopoderoso
suplicándole para que en su infinita misericordia
nos dé una oportunidad para estar juntos
y para que seamos guiados por el mismo y no la desaprovechemos.
Mi alma siente el vacío de la soledad
y el frío de la soledad se acaricia
con el calor de esta bella ciudad;
yo solo gasto mi vida recordándote.
Yo sé que nadie va amarte como yo;
lo sé, no soy ni un poco parecido a lo ideal
pero aún me faltan muchos te amos por decir.
Te fallé,
sé que esperabas y puedo dar más de mí.
Hoy nuevamente muero sin ti;
la adversidad baila y celebra nuestra desdicha
y la muerte de mi amor es mi alimento;
Dios nos encamine y podamos acallar esta pesadilla
que me lleva a mi fatal desenlace
con mi alma desnuda y penitente ante tu amor.
Para mi gran amor perdido
Colaboración de Mauricio Ayala
Colombia