¿Por qué insistimos en creer en promesas?
Hasta nosotros sabemos, que son mentiras, que nos besan.
Besos cálidos, como la playa; aunque son ficticios,
ruegas para que no se vayan;
sin embargo, teniendo puentes de reflejos fieles,
solo lo ignoramos;
preferimos ahogarnos entre ríos de dulces mieles.
Un suicidio certero,
que camuflamos con capas de felicidad;
mas al final te enteras,
que lo que te rodea es soledad.
Tanto estar con ella, se adhiere a tu fe,
impidiéndote dejarla atrás, haciéndote creer,
que es parte de ti sentirla real.
Intentamos abrir los ojos;
a pesar de la luz fantasiosamente mortal.
Esto no es suficiente; pues un imposible,
no siempre nos detiene,
aunque los forzados aterrizajes,
te obligan a ver lo conveniente.
Degrademos la plaga, antes de que oscurezca el alma,
es lo único que tu conciencia quisiera imitar
y lo lamenta con gritos, que ni el eco podía alcanzar.
Cada gota busca una muerte segura,
pero ella sabe que su valentía busca una cura.
Nunca es en vano, resucita en los mares y vallados,
así que es necesario dejar la lluvia hacer su trabajo,
más vale que mi techo no sea de barro.
Pensaré que esto es pasajero,
toda primavera no nace; sin antes ser abrazada,
por un frío invierno.
Sé que en mis raíces,
no existe tal felicidad,
me conformo con la esperanza de alcanzarla algún día
y cuando menos me dé cuenta,
esa esperanza de alcanzarla cambie a ser felicidad misma.
Amemos, la poesía aún vive.
Colaboración de María C Biomusic
Colombia