Mis palabras bajan su peso,
se estiran casi hasta lo infinito,
no tienen el mismo sonido
esperando que lleguen a tus oídos.
Se deforma su línea recta,
cambian su acento pronunciado,
se hacen más lejanas,
esperando que lleguen a tus oídos.
Trepan por las paredes húmedas,
escapan de su guarida oscura,
ya casi no son mías
esperando que lleguen a tus oídos.
Una brisa de angustia las arrastra,
las inserta en un juego sangriento
y las acostumbra a la tristeza,
esperando que lleguen a tus oídos.
A veces las tumban de su altar,
huracanes de sueños blancos,
se van tiñendo de aguda esperanza
creyendo llegar a tus oídos.
Colaboración de Dansil
México