Tu silencio duele más que un grito,
es como una daga mortal,
que me hiere y no me mata,
pero me hace sangrar.
Tu silencio cae como la tarde
con su rostro oscuro y callado,
naufragan en mí las esperas inundadas,
mi lamento y mi nostalgia a ti.
Tu silencio me lleva a la espera,
que vague sin remedio dentro de una agonía,
que fragmente mi paciencia de tapia
y la lleve hincada a un rincón.
Tu silencio me viste de desasosiego
y la lluvia acomedida pone un sentimiento,
y resbala por la ventana de mi mirada
que grita palabras de vidrio.
Qué decirle a tu silencio
si mis manos naufragan por mi cara
y las flores se secan en su distancia al agua
y los recuerdos llaman tu voz.
¿Hasta cuándo estarás sin hablar?
Colaboración de
Memorias
Perú