Sacaste del bolso tu cartera
y extendiste tu mano hacia a mí
de ayuda me diste unas monedas
llena de alegría es que te vi.
Creí que era solo compasión
un acto de fe por caridad
más algo se rompió en mi corazón
al ver que tu acto era maldad.
Tomaste del talle mi cintura
al tiempo borraste mi sonrisa
pues nada había pasado por ternura
solo habías comprado mis caricias.
Así sin protestar me fui contigo
pagaste la más bella habitación
y allí sin haber ningún testigo
vendí mucho más que mi ilusión.
Dejé que tu cuerpo se saciara
del dulce rocío que hay en mí
dejando dignidad sobre la cama
pureza e inocencia yo te di.
Las blancas palomas se mancharon
las sábanas tiñeron de color
dulzura y alegría se marcharon
y solo el dolor fue quien quedó.
Y nunca tus ansias lo supieron
que yo de mi pureza te brindé
pues solo el placer ellas sintieron
más eso placer en mí no fue.
No hubo gemidos, ni suspiros
placeres o ganas que saciar
tan solo se oyeron mis quejidos
mezclados con mis ganas de llorar.
Si algún día supieras negra ave
ya toda la ilusión que marchitaste
pidieras a Dios que él te salve
dañado por el alma que mataste.
Porque no lo pediste solo así
requiero de tus besos, tu querer
y sí, sin pagar nada por mí
me hubieras podido tu tener.
La noche que obtuviste tú mi ser
fue solo mi cuerpo sin amor
y solo sin comprar, por merecer
te hubiera yo obsequiado el corazón.
Colaboración de Rosario de Fátima
México