Al caminar por el sendero de los huesos, donde la tiniebla se hace densa, donde el frío es desde adentro, donde la oscuridad es espesa y donde las ideas son espinas que atraviesan la conciencia, es allí sólo allí, donde los colores enceguecen y el agua se hace amarga alimentando la acidez del corazón que no descansa. Solo y desamparado, con una voz y es la tuya que grita desde adentro indecencia la culpa te golpea.
Arañas las paredes de tu razón, queriendo borrar el papel tapiz de la condena. Pero luego de quitar un poco de ella entonces al herirlas gotean… Te manchas las manos con olor a fetidez, la fragancia de tus mentiras… Mentiras que ayer te liberaban, pero que hoy son barrotes que te apresan.
En tu lecho en lugar de paja sólo astillas que desvelan tu sueño, manteniendo despierto tu cuerpo, el descansar no es posible, “recuerda es el sendero de los huesos”. La culpa es tu compañera y la mentira tu amante, ambas te aman y te harán saber el ardor de su compañía, cuando finalmente hagan lo que mejor saben hacer, darte hijos de deshonra, vergüenza y soledad.
Colaboración de
Verónica Z. Montaño
Venezuela