Lo primero que te quiero decir es que no te conozco, o tal vez ya nos conocimos, pero en ese momento no pudimos encontrarnos. Ahora, que escribo esta carta no he hecho planes contigo, pero ahora que tú la estás leyendo, si quiero hacerlos.
Sé que has estado revoloteando por ahí todo este tiempo, buscando al hombre de tu vida. Bailando como pirinola y disfrutando de lindos momentos con tus amigos y amigas, amando a tu familia y desarrollándote como profesional en lo que más te gusta.
También sé que has estado dispuesta a amar profundamente en las relaciones que te ha tocado vivir, sin embargo, fueron etapas de crecimiento que te han hecho ser la mujer fuerte, idealista y decidida que hoy eres.
Ten claro que no te voy a ahogar. Quiero que sepas que cuando nos conozcamos, o nos reconozcamos voy a ayudar a darte más impulso a tus alas para que vueles más alto.
No te haré escenas de celos, pero tal vez un poquito sí, para demostrarte cuánto me importas.
Estaré dispuesto a cocinarte tu plato preferido, y si no conozco la receta, aprenderé gustoso a prepararla, y me encomendaré a mí “yo” romántico para hacer de todos nuestros momentos maravillosos que aún no comienzan; inolvidables, únicos.
Quiero indicarte que me encanta el fútbol inglés y ver la mayor cantidad de partidos de la Premier League, sin embargo, entenderé cuando tenga que resignarme y pasar el control remoto. Negociaremos con besitos, abrazos y algo más si te parece, je je.
No me importará que llenes el baño con tus adminículos como el secador de pelo, el alisador, diez juegos de shampo y bálsamo, cremas varias, cosméticos e inclusive la última invención gel anti-arrugas en un frasco que ocupe la mitad de nuestro vanitorio. Con tal de que me dejes un pequeño espacio para dejar mi máquina de afeitar y mi cepillo de dientes, yo estaré conforme.
Quiero que sepas también, que tendrás mi hombro, mi pecho y todo mi cuerpo para que te apoyes y llores desconsoladamente cuando lo necesites. Estaré ahí con mis oídos, escuchándote. Yo seré tu puntal, así como quiero que tú lo seas también para mí. Si vamos a estar juntos, haré todo lo posible para que seas feliz. Todo.
No sé dónde estás ahora, pero sí sé que estás, que existes, y que me haces falta. He llegado a un punto en mi vida que me he dado cuenta de todos o casi todos los errores que he cometido viviendo en pareja. Tal vez siga cometiéndolos contigo, pero serán errores chicos sin importancia, si estamos dispuestos a aceptar y amar. Querré que nos durmamos juntos y que nos despertemos juntos. Querré que caminemos uno al lado del otro, y no uno detrás del otro.
Quiero que seas mi mujer, mi amante, mi señora, mi amiga, mi profesional, mi artista, mi musa, mi todo. Querré susurrarte al oído en más de alguna ocasión, las ganas enormes de hacerte el amor en ese mismo instante, aunque estemos en un lugar público. De ahí arreglaremos la situación en donde desquitarnos lo antes posible, pero me encantará ver tu cara ruborizada, y los dos en una situación hot, aguantándonos.
Te prometo que no tendré ojos para otra mujer que no seas tú. Además, estoy seguro de que me reenamoraré de ti, una y otra vez. La lealtad es básica. Nunca en mi vida he jugado a dos bandas ni nunca lo haré, y te pido, por favor, que cuando la plantita se esté comenzando a secar, me lo hagas saber directamente y no en indirectas o adivinanzas.
No tengo una bolita de cristal para adivinar, pero si tengo un camión aljibe lleno de agua en mi corazón para poder subsanar nuestro posible “impasse”, y cualquier desafío que tengamos por delante. No te preguntaré por tu pasado, pero si quieres contarme para entenderte y reconocerte, estaré encantado de escucharte. Lo mismo conmigo. Si quieres saber que he hecho con mi vida hasta el momento de conocerte, te contaré lo que necesites saber.
Lo importante, es que cuando nos conozcamos o nos reconozcamos, es ese el momento de nuestra historia el que cuenta de verdad, y lo que vivimos anteriormente fue para estar preparados para comenzar la aventura más entretenida, linda y fabulosa de nuestras vidas, que es formar una relación de pareja juntos. Tú y yo. Te confieso que soy medio obsesivo-compulsivo con el orden y la limpieza.
No tengo problemas en lavar y tender la ropa, lavar la losa, barrer, y pasar el trapo, sin embargo, igual te voy a pedir ayuda al respecto. No te la vas a llevar gratis conmigo, ja ja. Te daré tus espacios, así como tú me vas a dar espacios para mí. Estaré tranquilo, mientras tú estés tranquila y relajada.
Por último, quiero que sepas que si estamos listos y dispuestos a ser papás, seremos los papás más felices de la tierra. El hijo o la hija que tendremos será la consecuencia del amor profundo que forjaremos juntos. Debo eso sí, compartir mi pálpito contigo, y yo creo que será niñita. Yo feliz con que sea niñita. Ojalá sanito o sanita.
Ahora, después de que has leído toda esta verborrea mental mía, definida como “carta abierta”, tienes dos opciones con este documento. La primera opción, es devolvérmela después de leerla.
Entenderé que uno no puede mandar al corazón, y debo resignarme entendiendo que tal vez no seas la mujer de mi vida, ni yo tu hombre. La segunda opción, es quedarte con esta carta.
Si te la quedas, te arriesgas a que te coma a besos por siempre, a que te abrace fuertemente para toda la vida, con abrazos apretados de oso. Te arriesgas a que te mire, y te mire, y no pare de mirarte simplemente por el gozo de contemplarte y admirarte.
Cuando llegue el momento en que estemos uno al lado del otro mirándonos a los ojos profundamente, y te exprese decididamente: ---“Te amo”---, será el momento finalmente que me robarás mi corazón por siempre.
Colaboración de Pato
Chile