Malditas estas cuatro paredes
malditas esas voces agobiantes,
maldita la nostalgia cegadora
maldito el presente esclarecedor...
Malditos esos prejuicios que no me dejan gozar
maldita la felicidad que no se deja atrapar,
maldito mi ser por prestarles atención
maldita esta venda que me oculta lo mejor.
Maldito el mal orgullo que me hace perder
maldita mi debilidad tratando de ceder,
maldito ese destino que me juega en contra
malditas mis acciones que sellan mi destino.
Maldito el miedo al éxito y al fracaso
malditos esos sentimientos que llegan al ocaso,
maldito mi guía que aún no ha aparecido
maldito el rencor al saber que no he podido.
Maldita la monotonía coercitiva
Maldito el correr de los días
maldito este pesimismo hambriento
que devora mis ánimos, incauta mis pensamientos
y distorsiona hasta llevarme a lo más bajo...
Benditas las personas que aprovechan su estadía en esta vida
benditos los ruiseñores y su tibia melodía,
bendito el susurro del viento que abraza mis oídos
bendito ese calor que me libera del frío.
Benditos los breves lapsos de tranquilidad
benditos esos sueños que se transforman en mi deidad,
bendito ese paisaje que me distrae por un momento
bendito el aroma de las flores que anestesian el tormento.
Bendito el creador del espléndido cielo azulado
bendito el que aprende del pasado,
benditas las ovejas y su viejo pastor
benditos mis semejantes por el gran amor.
Colaboración de JpTj
Argentina