Ella lucía tan espléndida maravillosa las rosas se sentían tan celosas que divulgaban mil palabras que en mi mente no pasaban. Yo, solo soñaba a esa mujer tan bella como una Diosa, más majestuosa como una rosa. Un día sin pensar de repente apareció deslumbrando mi mirar, yo no dije, una sola palabra, sus ojos son como dos estrellas caídas del cielo en los cuales, encerraban mil anhelos.
Oh mi Dios, tu me has dado a conocer una ángel del cielo extraviado, buscando un ser amado y sin voltear a ambos lados, tú me has escogido, pues gracias se lo tengo eternamente agradecido, oh mujer tan hermosa disculpe mi torpeza pero es que sus dulces franquezas tocan mil tentaciones y le traigo mil y un corazones, para demostrar mi sincera amistad la cual perdurará por toda una eternidad.
Princesa de cuentos de hadas no eres, ni yo un gran príncipe
azul, pero como un gran regalo observé el maravilloso mar azul
y bajo la luz de la luna, que nuestro confidente será, mi vida
mía yo le prometo y le juro con tinta infalible de mi corazón
paz, amor y felicidad que han de perdurar por una larga vida y toda
una eternidad.
Colaboración de
Poético
México