Ya muchos meses de lenta agonía...
Mi ser ya no soporta tanto dolor, tanta tristeza, tanta soledad y desilusión;
es tan fuerte el sentimiento de impotencia,
que esta alma destrozada se ha llenado de coraje y frustración.
¡Señor! ¡Señor! Sé que fallé, pero te imploro perdón, no quise lastimarlo, no quise herirlo, ¡¡PERDONNN!!
Fue mía la culpa, fue mía la traición... pero en mi defensa debo decir, aunque tal vez jamás nadie comprenda, mi corazón no le falló, mi alma no le falló; mi amor desde esa noche en medio de una sala siempre te perteneció, esa noche en que como deshinibidor estuvieron de por medio dos copas de vino, no solo entregué el cuerpo, sino el alma misma sin reservas, sin prejuicios.
Te di lo que tenía y podía, con todo el gozo del mundo, y entendí por primera vez lo que era hacer el amor, fuiste mi salvación, me mostraste el cielo, el amor considerado y puro, el amor sobre el amor.
Entonces muchos preguntarán, ¿por qué el engaño? ¿por qué la traición? Es simple queridos amigos, ese con quien fallé... era quien cubría facturas, médicos y educación, es el padre de mi hija, mi esposo y de muchas más también su amor.
Yo ya era casada y cruelmente engañada por ese que un día juró mi lecho respetar, mi cuerpo venerar y nuestra unión por siempre conservar.
Cuando impulsada por ese nuevo amor, por fin reuní el valor para ser libre, mi niño se cansó, mi cielo, mi corazón ya había encontrado consuelo en otros brazos, en un nuevo amor...
Lloré, solo Dios sabe cuánto lloré, imploré su perdón, rogué por su regreso ¡y finalmente volvió! ¡Oh mi desgracia! fue mucho el esfuerzo por enmendar mis hierros, intente dar lo mejor, esperando pacientemente su perdón, soporté callada ofensas, acusaciones, sus miradas ¡Dios mío! Sus miradas… Cargadas de desprecio, comparándome siempre… en silencio… con el amor sacrificado, con el amor abandonado, con ese amor que dejó.
Sé que fui la causante de sus muchas noches de llanto,
de sus muchas noches de desvelos
de sus muchos días amargos y de todo su dolor,
pero al volver, había cambiado
devolvió golpe por golpe, lágrima por lágrima,
desamor por mi amor...
Hoy por fin he comprendido que lo perdí en el camino ¿lo merezco? Sólo Dios Padre sabe lo que merezco, pero hoy… Hoy ya no está, hoy mi más grande amor se pudre en el fondo del rencor y el pasado…
No creo que sea poema, mas bien una carta de despedida, ni siquiera dirigida a él.
Colaboración de Soledad
México