Su corazón latía rápidamente, la respiración
parecía faltarle, su cuerpo parecía estable, pero su estómago
era un manojo de nervios. Entró por la puerta principal, subió
las escaleras eléctricas y se dirigió al tercer piso. Mientras
ella subía el bajaba al segundo piso el no la conocía, pero
ella al verlo sabía que era el y sonrió pero nada mas, ese
encuentro parecía una locura, el no la conocía, solo por
la voz; ella lo había visto por lo menos en una foto. Ninguno pareció
conocerse cuando cruzaron sus miradas pero algo le decía a ella
muy dentro que era el chico del chat.
Ella marcó su número de celular para decirle que lo estaba
esperando en el piso de arriba y el le contestó espérame
estoy en el segundo piso ya subo. Cuando ella lo vio subiendo las escaleras,
el la vio y le respondió con una dulce y cariñosa sonrisa,
ella muy nerviosa no sabía que hacer si reír, hablar, llorar,
dar la vuelta e irse; tantos pensamientos pasaron por su mente, pero con
todo el esfuerzo posible trato de controlarse ya que era una chica muy
decidida. Ella le contestó con una sonrisa de admiración.
Cuando el se le estaba acercando ella se sentía desfallecer pero
ahí estaba firme como una gran pirámide. El como todo un
caballero la saludo le dio un beso en la mejilla y esa acción hizo
que ella se sintiera mas relajada y tranquila. Juntos se dirigieron a
ver "La Terminal" la pasaron alegres, como si fueran amigos
de hace tiempo y la amistad que trataban de establecer ya tenía
bien fundadas sus bases.
Gracias le doy a Dios amigo por haberte conocido, realmente tu amistad
la valoro como a un hermano, solo espero que dure hasta la eternidad.
No hay noche que no reciba tus mensajes en mi celular diciendo "Buenas
noches Rebekita, sueña con los angelitos".
Dedico este poema a mi gran amigo que conocí por medio del chat:
Adán Gabriel Espinoza Silva.
Colaboración de Rebeka López Jiménez
Nicaragua