Lo sé, lo puedo sentir… ¡sucedió!
Eres completamente mía
como lo soñé desde que mi corazón te vio,
¡desde que supe que existías!
¡Eres mía! Tu alma y la mía son ya inseparables:
estelas de luz en un firmamento de estrellas.
No me culpes por nada de lo que escribo: mi amor no es borrable
y sólo soy un hombre enamorado de una mujer bella.
Canto de sirenas, canción para dos voces,
cielo para dos: gloria convertida en mujer.
Amor escondido y gritado en altavoces,
en lucha constante entre el “ser” y el “deber ser”.
Tú y yo, viajeros en el tiempo y el espacio,
almas libres, espíritus sin ataduras,
amor puro y desinteresado con destellos de topacio,
buscando ser uno solo: un amor sin falsas vestiduras.