Esta fría noche de Julio, quizás fue escogida especialmente para dejar fluir tu presencia aun en mí. Ahora que no hay sufrimiento sólo sentimientos, ahora que no estás, quizás no te valoro más de lo mucho que ya te valoraba, pero si aprendí a amarte en silencio, a amar lo que eres y a vivir con el dolor de no volverte a tener. No me importa reconocer que desde que te fuiste de mi vida, no ha habido un segundo en el que pueda sacarte de mi mente. Cada noche pienso en ti, cada noche me abraza tu recuerdo, y me duermo con tu presencia en mi cama.
Tu recuerdo está conmigo en cada lugar que camino, y es el recuerdo del amor más puro que Dios me podía regalar. Dicen que si hay amor todo es posible, soy una convencida de que esa frase no es del todo verdadera, y no se trata de derrotismo ni de fracasos, sino de intentos mal aprovechados. Pero si hay algo que le agradezco a Dios, es haberme regalado el amor verdadero, ese que se vive sólo una vez.
Lo tuve entre mis manos, lo amé y lo amaré siempre, con la infinita fuerza con que sólo el verdadero amor puede llegar a tener. Con el consuelo que luche hasta que tú no me dejaste luchar más, y aun a pesar del tiempo y de la distancia, siento que a pesar de ello, estarás aquí para siempre, porque eres y serás el hombre con quien imaginé despertar cada día, el hombre que me daba fuerzas cuando ya no las tenía y la bendición más perfecta que Dios me podría regalar.
Me enseñaste a amarte de tal manera, que ahora que tu ausencia me acompaña, aprendí a dejarte volar, pensando que el consuelo más grande para mi dolor sería el saber que eres feliz y que plasmaste tus sueños en otra persona que quizás si los pudo hacer realidad. Quizás para algunas personas no fue hecha la felicidad, y soy una convencida de que soy una de ellas.
Y no lo digo con tristeza, sino a estas alturas ya con resignación, puedo sentir que cuando el dolor no se va de nosotros, al final nuestra fortaleza nos enseña a vivir con ese dolor, a levantarnos cada día con un dolor intenso pero silencio que pareciera quieto, pero al fin y al cabo ahí está y rehúsa abandonarnos. Entregué lo mejor que pude entregar, pero las circunstancias no jugaron a nuestro favor. Te amo con la misma intensidad de aquellos días cuando todo era perfecto. Aunque a estas alturas quizás me duele no recordar tu voz, y quisiera por un minuto volver a ver tus ojos, y sentir la seguridad que sólo entre tus brazos sentía.
No dudo que serás feliz y eso es lo que deseo para ti, lo mejor, aunque eso sea a costas de mi propia felicidad, pero el egoísmo nunca nos caracterizó porque cuando hay amor verdadero, hay convicción de desear la felicidad del otro, y así decidí amar tu recuerdo… Un día el cielo nos juntos, y luego de años de caminar juntos de la mano, ya no es preciso lamentar… Dios es el que siempre tendrá la última palabra… Y si mi amor provino de él no soy nadie para mantenerte atado, cuando Dios ya decidió otra cosa. Te amé, te amo y te amaré siempre, porque has sido lo mejor de mi vida.
Colaboración de Cati1988
Chile