"Todo principio tiene un final", y en esta ocasión quiero dirigir unas palabras a quien inicio una historia de amistad y compañerismo entre nosotros, una historia que surgió en esta (institución.) Y que a través del tiempo llego no sólo a calar en nuestras vidas por algunas anécdotas que pudimos compartir, sino además surgió por tu don de gente, por el gran ser humano que Dios me dio la oportunidad de conocer en este corto tiempo, del que aprendí muchas cosas y del que en momentos difíciles me hizo reír mucho.
Y considero que eres de esos seres especiales que se les puede llamar amigo. Quiero decirte que has sido para mí, no sólo un compañero, sino un amigo que ha dejado su huella silenciosa y generosa en mi vida, quiero reconocer que tu paso entre nosotros no termina ahora, sino que aunque las distancias sean físicamente lejanas, la cercanía espiritual será especial. Tus palabras y actitudes prevalecerán en nosotros, y aunque pasen los meses y quizás años, debes saber que aquí estaremos siempre dispuestos a recibirte, a apoyarte y tratarte no como a un desconocido que vuelve, sino como el amigo que eres y significas.
Vete tranquilo y feliz, vete a sembrar a "otros campos" porque la semilla que llevas dentro es la semilla del Éxito, del Triunfo, de la Confianza en ti mismo, pero sobretodo en Dios.
Vete con la idea bien clara que los ahora aquí presentes te deseamos lo mejor y que tu nueva experiencia te haga crecer como persona y que tus logros allá donde vayas, serán nuestros también. No te digo "adiós" sino "hasta pronto".
Arleth Cordero
Psicóloga
Colaboración de Psicóloga
Colombia