¿Te gustaría ser mi princesa?
Pero por un momento detente,
piénsalo, analiza bien la pregunta.
Porque no es en forma figurativa,
ni por supuesto maximizado a su modo literal,
tampoco es un pretexto camuflado el sonar,
"romántico", para conseguir bajarte las bragas.
Ciertamente es, que no hay ninguna intención
escondida detrás de esa pregunta.
Así como las palabras son precisas, así de clara es mi persistencia.
No vengo a adornar tu vida, ni mucho menos a darle ese valor insulso que se le ha dado al amor en este nuevo siglo.
Simplemente vengo a demostrarte que el amor no tiene etiquetas,
más que las impuestas mismas por esta sociedad.
Que si es bueno, puro, lindo, libre, apasionado, etcétera.
Podría decir un sin fin de adjetivos más y jamás me permitiría siquiera
acercarme al verdadero significado de lo que es el amor.
No te voy a mentir, te me antojas,
así como se me antoja una modelo en pasarela de lencería de marca,
o cómo se me antoja un pinche cerveza fría en un día caluroso.
No pretendo ser el "indicado" porque eso sonaría ridículo y sería políticamente deshonesto y contradictorio a la pregunta en cuestión;
pero si seré directo y la verdad es que me gustas,
¡oh sí! ¡carajo, me gustas!
Y sí, aquí estoy intentando convertir ese no en un sí,
en ese sí que deje atrás miedos y conversaciones estúpidas.
Y es que la verdad cuando te veo es perderme en la inmensidad de tus ojos,
de tu pelo, de tu cuerpo y sí, también de tus nalgas.
No me mal interpretes estás hermosa,
pero tampoco intento parecer un galán de cliché,
al sonar ridículamente cursi y esconder mis deseos carnales por ti.
La verdad es que quiero que seas mi princesa con una oportunidad a ser mi reina...
¿Qué dices, te gustaría ser mi princesa?