Tiembla y se estremece la tierra,
el cielo llora ni cesar
en un rio amargo y callado.
El mar mezclado de sangre
estrella sus olas entre
las frías y duras rocas.
Mientras tanto la patria ve
aquellos hombres,
empapados de sudor,
sus vestimentas
manchadas de sangre,
que van muriendo
en el corazón de la cuidad.
Son presos de guerra,
fugitivos de nación.