Te escribiré a ti, mujer, todo lo que siento,
Mostrándote palmo a palmo toda mi vida.
Te escribiré con toda mi alma y mi pensamiento,
Todo lo que experimento de toda la existencia,
Sin dejar escapar ni un solo suspiro
De mi ser, que por ti suspira...
No estás endeble en mis poemas que para ti escribo.
Porque tú eres la fuerza de esta cruzada del cuerpo y alma.
Porque tú eres la espada de la lucha y el brazo de acero que la guía.
Tú eres la estrella perdida y lejana, que a todos los hombres iluminas
En esta contienda sin fin, en esta aurora que nace, en esta eterna vida.
Porque contigo nada muere, ni siquiera las cenizas.
Porque en ellas está tu pasión, está tu disputa.
Porque en esas cenizas están los árboles que nacen
Y crecen con tu mirada y caricias.
¡Yo os juro: nada he de pedir por tan pobres palabras!
¡Yo os juro que con mi arco lanzaré la flecha
que ha de cruzar todas las alturas,
hasta llegar a lo eterno, donde se generó tu vida
y en donde está tu pecho, que aún palpita!