Quizás en ese remolino,
el molinillo de viento,
se llenó de entusiasmo
con su poder, trajo la
esperanza, allí quizás
bebí a sorbos la nostalgia…
Claro, abrí del todo la ventana
el tiempo hizo su costura fina,
por ella, cupo la alborada.
A veces, fui sombra, otras
tardía madrugada, y quizás
me sorprenda lo que de
mi escribo, soy la palabra
recobrada, casi sonora,
desatando el nudo que
enlazaba, el verbo doler
y el adjetivo apenada.
Mis pies delgados, vestidos
de raso, con perfume a rosas
danzan descalzos, y río…
río tanto, a la vez escribo
el canto en prosa, ahora
a salvo la mujer, es trovadora.