Por qué ir a buscarte,
Cómplice
en este crimen avieso,
a quién podré culpar
más que a mi vacío.
Si intento subir y subir
y todavía estoy subiendo
nunca llego.
Empinado, rocoso
con mis pies ajados
y mis manos congeladas
aún el calor de tu ilusión
arde.
No quiero ser alimento
quiero crearlo
sembrarte
hasta el fondo
quiero enredarme.
Calma
que en tu vulgar e impávida juerga,
meciéndome en tu luna creciente
podré bajar la montaña
rejuvenecida
gracias a tu perdón y a tu compasión.
Dale tiempo al tiempo,
que nunca es tarde para
recobrar nuestra verdadera forma y,
qué más da si nunca más,
qué más da si faltan piezas,
si
a través de mi único y verdadero poder
podré mirar.