Mi pincel deshace la ropa
que amalgama sobre tu relieve.
Y comienzo a pintar un ángel en la tierra dorada.
Se dejan caer tus cabellos
como rubias aguas
en cascada
Se detienen entre rocas sábanas
de un arrecife de cama.
Seguida está tu cara
Intensa y estrellada
Con dos esferas de topacio
que resplandecen como hadas.
Y puedo sentir tu boca
como pintándote me besa
frutillas y cerezas mezcladas.
Tu cuello
se estremece
al tacto de mis ojos
de llamas
Y luego esbeltos dos cerros
entre los valles encantados
A mis manos llaman
Se yerguen a mis gracias
Tu piel te recorre entera
Como suaves pétalos de rosa
Hermosa y aromática
Esencia de flores del campo.
Y desemboco en las selvas
sujetándome con sus lianas
Desemboco en la trampa
De tu cueva cálida.
Y embebo el pincel
de los vicios humanos
De los placeres en tramos
Y me continúan tus piernas
transportando
El infinito resplandor.
Y te completas mujer
desnuda al óleo de mi vista
En el cielo habrán cortado tus alas
Para que estés
entre yo y mi almohada.