Sentada estás tejiendo
con tu cabello gris
y tu mirada serena.
Desde tu balcón observas
el vaivén de la ciudad.
Te encuentro tan ajena
a tan gran ajetreo
que por doquier se ve pasar.
Tu vida es más calmada,
con más tiempo para platicar...
Me dices que hay tantas cosas
en las que me puedes aconsejar.
Sé que para mí será un lujo
de tu boca escuchar
todo lo que hoy me ofreces con bondad
porque en tu largo caminar
fuiste un ejemplo de caridad.
Colaboración de María Barreto
Nicargua