Ya me cansé, estoy harto de hacerme pasar por el cursi de la vida; cuando en realidad lo que me interesa es lograrte y satisfacer tu libido, destrozar cada deseo de tu piel y que al final del rito nada...
Absolutamente nada se note que haya siquiera dejado tan sólo un beso o una caricia olvidada en tu cuerpo, quiero quedar tatuado en ti y que sientas al despertar mi aliento, mi olor a sexo recién parido, la putrefacción de nuestras carnes ardiendo del día anterior o la saliva amarga y punzante del beso lujurioso que le di a tu vagina, esa vagina que me permite gozar y conocerte por dentro para saber que no me mientes, que me permite decir
que yo y sólo yo estoy dentro de ti.
¿Cómo olvidarme de tus senos? que me invitan a proseguir el viaje de la lujuria, ese viaje sin retorno de donde vuelvo casi perfecto cuan párvulo recién amamantado pero engrandecido por la oportunidad de ser yo y nada más yo quien arranca de un sólo mordisco en ellos toda pasión contenida en ese volcán a punto de estallar, así...
Sigue así no pares de gritar que retumbe el mundo con tu alarido, que ensordezcas la habitación y que destroces mi virilidad en un torrente ¡De esperma caliente sobre tu boca! ¿Lo ves?, ¡no tengo amor para ti! también te incluyo en mis más aberrantes fantasías...
Para: Ana Elisa, quien desató la lujuria contenida en mi torrente sanguíneo, ¡Te extraño!
Colaboración de
Montana
México