Me retiro entonces, me dijo y parecía muy firme por su tono de voz.
Le respondí:
Si, deberías de irte ahora, hazlo pronto, porque de no hacerlo
arderás en mi fuego, te sumirás en mis deseos, tu piel sentirá cada una de mis caricias con tan solo decirlas, no podrás evitar mi mirada que te paraliza, que asalta tus oscuros deseos, que saca de ti la terrible lujuria que me hace vibrar y sentir hasta el hueso, hasta el alma...
Anda, ¿qué esperas?
Huye, apresura tu paso que de un girón, tu cuerpo puede ser que regrese y entre mis brazos, pudiera ser que quisiera estar, quizás tus manos necesiten rodear mi cadera y perderse en ella...
Sugiero que lo pienses, analiza tu huida, reflexiona tu partida, la soledad que te espera, devora la idea de no tenerme más entre tus muslos traviesos, sumergete en el abismo de lo que será la ausencia de mi boquita inquieta, pero no olvides lo más importante...
Lleváte mis letras, las tardes al lado de un caliente café, de una bella lectura susurrada a tus oídos, el amanecer que en medio de una lluvia, tomaba tu mano y erámos fuertes, abrazando tu vientre, nos complementabámos.
Ya no tardes tanto en irte, que es ahora a mí, a quién le urge irse.