Una anciana en un asilo
llegada la navidad
con una aguja y un hilo
tejía su soledad.
Esa anciana recordaba
de su pasado la cruz
cuando joven y preñada
a un hijo diera luz.
Cuando el hijo se creció
dejo la paz del hogar
y la madre abandonó
por la ilusión de viajar.
Con el andar de los tiempos
en su diario trajinar
tejía su sufrimiento
y lloraba su pesar.
El asilo está de duelo
la ancianita yace muerta
luciendo corona y velo
y de blanco está cubierta.
Ha llegado un militar
al enlutado santuario
donde ha podido mirar
un cadáver con sudario.
Una corana de flores
con el nombre de su madre
demostraba los amores
de los ancianos compadres.
El militar caminó
hacia el cadáver tendido
y llorando se abrazó
a lo que había perdido.
La noche tendió su manto
con una paz amorosa
y se oían dulces cantos
tristes... Largos… Quejumbrosos.
Si abandonas a tu madre
te podría suceder
que si llegaras muy tarde
para darle tu querer.
Que Dios se apiade del hijo
que por rodar y vagar
abandona el crucifijo
y la paz del santo hogar.
Autor: Boanerges Fernández