Mientras caían las hojas secas de aquel otoño,
en arranque emotivo, me juraste tu amor,
en el viejo bulevar, junto a un árbol bisoño;
y encontraste el viento frío, sentí un tierno ardor.
Mi alma emocionada, sintió una llamarada.
Cuando el fuego de tus labios, calcinó mi boca.
Y fue tanta la pasión de la caricia emanada,
que ambos sucumbimos ante aquella pasión loca.
Y fue todo ese momento, una intensa locura,
que fraguó en el fuego del furor, tu amor y el mío,
en medio del bulevar y el tenue viento frío.
Al son de los gemidos crujían las hojas secas,
al fragor del fuego y desenfreno pasional,
desatado, en esa gloriosa noche otoñal.