Nunca podría recriminarte la manera de educarme o de quererme, porque hacías lo mejor que podías como madre.
Era difícil, casada con un ente que solo sirvió como donante y que cuando plantó su semilla se disipó como la niebla.
Pero eran otros tiempos, otras ignorancias donde era mal visto a alguien tan joven, sola con un niño trabajando y llevar pantalones, era una falta ante las religiones es por eso que no mastico ninguna.
Te admiré por ir contra todo por mi causa, porque llegaste temprano al ejercicio de ser madre y aun así me criaste.
¿Quién te prepara para tu primer hijo, para convertirte en una buena madre?
Te enfrentaste a desvelos, llantos, enfermedades, travesuras y te arrastré en todos mis problemas y nunca te quejaste.
No fue fácil, dejaste de lado tu felicidad por la mía, pusiste en una pausa eterna tus sueños para apoyarme y trabajar por los míos.
Dispuesta a dejar el bocado para dármelo, a cubrirme por el frío aunque te estés congelando incluso a dar la vida por mí.
No podría nunca terminar de compensarte por todo, por la vida, el amor, los castigos. Solo puedo decir gracias madre mía por darme tanto.