Cierto día una chica se encontró con un chico. Ella en ese entonces se sentía tan feliz que al verle casualmente sonrió, él correspondió a esa sonrisa, ese simple gesto los ató a pláticas, a tiempo juntos, a besos, caricias y sexo. A una “amistad” pero sin llegar a pasar más que eso.
En uno de esos tantos encuentros él le dijo a ella que era única y especial para él, que podía haber otras, pero que con ella solo podía sentir esa conexión. En ese preciso instante nació un hermoso y encantador monstruito (algo que ya se venía germinando de esa relación). El monstruito creció y creció se alimentaba principalmente de la energía de la chica, de su buena energía. De la buena vibra que surgía al pasar tiempo juntos. Todo era felicidad hasta que un día gris la chica se dio cuenta que su tierno y genial amigo tenía más monstruitos con otras chicas. Los cuales también habían germinado con "conexiones únicas y especiales".
Nuestro amigo en cuestión se dió cuenta que era muy feliz creando monstruitos con los cuales jugar cuando él quisiera y cuando ellos estuvieran disponibles. Que tristeza sintió nuestra amiga, no le quedó más que abrazar a su monstruo, arroparlo y decidir eliminarlo. Pero al verlo a los ojos no pudo, se contuvo. ¡Ay! esos ojitos del pobre. ¿Cómo le decía que tenía más hermanitos?...
Pensó en conservarlo: -¿Que daño me puede hacer si nació de una conexión única y especial?
Pero como pasaba el tiempo para este monstruito ya no le era suficiente simples dosis de la buena vibra en los momentos que pasaba con sus creadores. Comenzó a necesitar comida más demandante como: paz interior (su vitamina), estabilidad emocional (su platillo favorito) un poco de lágrimas (su postre especial).
La chica desesperada porque su vitalidad se iba mermando, buscaba una explicación, algo que le ayudara a terminar con este monstruo. Que se adhería cada vez más con sus raíces ya no tan inocentes. Lo único que pensó fue en dejarlo morir de inanición. Así no se sentiría tan culpable cuando muriera lentamente con el paso del tiempo.
Pero vaya sorpresa que nos da la vida. De todos los monstruitos que tenía su amigo. Ese era el favorito, no se sabe si fue porque era el primogénito, o el más bonito. Pero era el que quería conservar. ¿Cómo voy a dejar que muera? pensaba. Si es el que nació de mi primer "conexión única y especial".
Sin que la chica se diera cuenta su amigo le ayudaba a vivir, no siempre pero a veces, pequeñas dosis de ilusión, de mensajes de chat, de libros compartidos, de pláticas nocturnas acerca del universo, de nuestro existencialismo o espiritualidad o un casual saludo por redes sociales. Con eso sobrevivía nuestro monstruito, era el combustible para generar el valioso alimento que salía de nuestra amiga.
Paso el tiempo, nuestro monstruito no moría. ¿Por qué? se preguntaba la chica. ¿Por qué quiere conservarlo si tiene otros? Suplicaba ayuda, pero nadie podía, nadie podía matar al monstruo si estaba enraizado en los dos. Y mientras los dos conservaran esa "conexión única y especial" sobreviviría.
Tomo cartas en el asunto, investigó y llegó la solución. Una solución obvia, que por eso es ignorada: AMOR PROPIO, dosis muy fuertes se tomaba todos los días a todas horas. El monstruo aunque resistente por todo el tiempo en que estuvo alimentándose. Poco a poco se fue debilitando, entristeció, así mismo la "conexión única y especial" se fue apagando, como se apaga el fuego cuando se consume el combustible. Ya nada se podía hacer el monstruo un día. Simplemente ya no despertó. Su cuerpo se desintegró como si nunca se hubiera creado. La chica por fin se pudo alejar del chico. ¿Que había entre ellos? ya nada...
Nuestra chica fue libre, recobró su brillo, su valor, su equilibrio y principalmente su paz interior. Va a ser difícil la recuperación leyó por ahí: "Las raíces dejaron huecos, que se tienen que llenar con más amor propio, sino se podría germinar otro monstruo".
De nuestro chico no se sabe nada, tal vez entristeció un momento porque su monstruito favorito desapareció, pero igual tenía más monstruitos sumamente dispuestos con los cuales jugar. O crear nuevos monstruitos más divertidos, más "únicos y especiales"...