Han transcurrido muchos años y no he podido olvidar a mi primer amor.
Este sentimiento (emergido en plena adolescencia), creció y evolucionó en silencio, descubriendo un nuevo y maravilloso sentimiento noble.
Aún recuerdo, como si fuera ayer, su dulce risa, su espontaneidad y honestidad, desde el instante que nos conocimos.
Bastaba con su presencia, para que los latidos de mi corazón, se mutaran en emociones profundas y cálidas. En cada recondito de mi alma, brotó un anhelo de entregarle amor y lealtad, pero sin que el captara quién le profesaba amor secretamente.
A través de estos años transcurridos, he logrado comprender que cuando existe amor real, hay un deseo ferviente y sincero que el ser amado, sea feliz en todo momento y aunque sea con otro ser humano.
A mi primer amor (sin mencionar su nombre), manifiesto un cariño verdadero y espero toda clase de amor, felicidad y armonía.
Porque el verdadero amor no es egoísmo, sino bondad, empatía, respeto y comprensión.