Estoy sucia, ya sabes, despeinada al medio día y todavía poética a las tres de las tarde, ojalá pudieras verme y así yo también verte. Todo es complicado, querido, me sirvo tazas de café y me da miedo beberte de un sorbo, de llenarme demasiado rápido de ti, esto es demasiado irónico, te tomo revuelto con dos cucharadas de azúcar… está bien temerle a esas cosas, voy a escribirte en la sala a las tres de la mañana y que toda la habitación se llene de poesía, de ojos café oscuros y amorosos, de olores tuyos recién dormido y de otros milagros.
Estoy triste, eso creo, vieras que el otro día fume unos cuantos cigarrillos y luego que pesadez recordarte, como para llorar, porque esa noche te escribí, y supongo que también estabas triste, pero no lo dijiste, te lo guardaste y yo tampoco te conté de tus desapariciones.
Quizás ambos ya lo comprendíamos: yo sabía que estabas triste y tú ya sabias que estabas hecho un desastre; y es que mira que nuestros diálogos parecen siempre concebidos, cariño, porque es fácil saltar de “¿Cómo estuvo tu día?” a “creo que el techo de mi casa se siente solo”, cosas así.
Fíjate, tengo tantas cosas que contarte, como que debo de escribir demasiado porque de lo contrario duele; aquí todo adolece un poco porque son como langostas, quiero decir, las personas, todos tienen sus patas bien fuertes y las alas preciosas, y es hermoso escribir y cantar, y volar y llorar y besar a tantas langostas; pero duele, porque uno es como un arbusto entre tanto insecto, y de veras que cuando el cuerpo es blando, hasta los besos lastiman. Todos tienen alas, hasta en el tiempo, cariño.
¿Qué te puedo contar que no esté dicho ya entre nosotros, si cuando me pongo a pensar en lo que voy a decirte, me quedo muda hasta el silencio y ni siquiera puedo dormir? Todo es tan incompresible a veces, quiero decirte que estás coqueto y término hablándote de otras locuras infiltradas. Dime una cosa, ¿tú ya lo has pensado? Tal vez de eso estamos hechos, tal vez entre nosotros no existan líneas exactas sino poesía, imposibilidades y tu voz -que dé cierto es como otro tu dentro de ti, y por lo mismo se me antoja escribirle a los dos a veces, y que, miedo, y que nervios y que problema escribirle a dos vicios en potencia-.
Un día de estos vas a romperte, te vas a escapar furiosamente y todo lo que te rodea va a tener un poco de ti, ojalá, cariño, ojalá. Espero que toques rincones inalcanzables cuando estalles transoceánico. Que todas las sonrisas, sean tu sonrisa; que todos los colores sean tus colores.