Capitulo 1
Ahí estaba ella, no podía evitar verla, ahí sentada sola en este parque, como si el tiempo para ella no importara, no luce desesperada, no revisa el tiempo, lo cual me hace pensar que no espera a nadie, no voltea a los costados pues solo tiene la mirada clavada en el suelo. ¿Qué pensará? A pesar de lucir una linda figura no viste escote ni accesorio que llame la atención, sugiero que quiere pasar desapercibida, ¿tramará algo? Es inevitable imaginar que hace ahí.
Pasan los minutos y más me llama la atención debido a que me observó un par de segundos, se percató que la miraba, pero sus ojos evadieron a los míos. Empezó a llover, la gente corre buscando un refugio, el lugar queda solo en cuestión de segundos. Pero ella ni se preocupa, está en otro mundo, se lleva las manos al rostro, esa no es manera de secar la lluvia que empapa su rostro, esa es la manera de secarse las lágrimas, la tarde se torna gris, motivo suficiente para que el abrazo de la lluvia desahogara su llanto utilizando cada gota que caía para liberar su tristeza.
Que frío hace, ella debe de estar demente al soportar este clima, ¿ella? El demente soy yo que sigue atrapado por el misterio que rodea a esta chica, ¿de verdad esta tan frío su corazón que ni siquiera siente los estragos del clima? Muerta en vida, sin embargo creo que mejor me iré, de verdad ella debe de estar loca, ¿y si necesita ayuda? No creo tener la habilidad de poder sanar sus tormentos por algo está sola y todos necesitamos estar solos alguna vez, quizá sea lo mejor.
Tomo mis cosas dispuesto a marcharme, de pronto un presentimiento se apodera de mí; de reojo observo que ella se mueve de la banca, hace sentirme aliviado pues pienso que se irá también a descansar. Vaya oportunidad estoy por dejar ir, descubrir el misterio que rodea a aquella bella mujer vestida de colores obscuros, podría decirse que salió de un cuento de espías. Justo doy los primeros pasos y escucho unas segundas pisadas tras de mí cada vez mas aceleradas, cuando un susurro menciona mi nombre; esa voz me es conocida. Me detengo dispuesto a voltear pero antes, suena un disparo, mi espalda arde y un dolor agudo empieza a crecer poco a poco; caigo creyendo que el final ha llegado, con esfuerzo volteo y a lo lejos solo veo la silueta de aquella mujer -dejando caer su abrigo y peluca- desvanecerse a lo lejos de aquel obscuro parque.
Desperté en el hospital, gracias a que era un lugar público. Es que me encontraron a tiempo, antes de morir desangrado sobre todo y lo que más me intriga, que aquella extraña mujer no dio el tiro de gracia; vagamente recuerdo lo sucedido, un temor se apodera de mí, al darme cuenta que alguien me cuenta mis días y no saber cuando me de el tiro de gracia hoy, mañana o nunca.