Yo era una persona solitaria. Sí, una persona que prefería estar sola. Una chica que a causa de malas experiencias en el pasado, desconfiaba de todos los chicos que pasaran por delante suya. El amor era una ilusión.
Sin embargo, la vida siempre hace que cambies de opinión. Y todo lo que pides, se cumplirá. Sonará extraño pero yo, cuando era más soñadora, le pedí al universo que yo solo quería a alguien que me quisiera de verdad. Una persona que no intentara aprovecharse de mí. Alguien bueno. Una persona que no sólo se fijara en el atractivo físico.
Después de pedir eso, no ocurrió nada. Lógico. Sin embargo, al cabo de muchos meses, conocí a alguien. Una persona con mucho carácter al principio. Sí, no empezamos con buen pie que digamos. Al contrario, somos dos personas con una personalidad muy profunda. Cada una ha sufrido lo suyo. Pero nos fuimos entendiendo y nació algo fuerte entre los dos.
Ahora lo recuerdo y nunca imaginé que fuéramos a enamorarnos. Y es justo el tipo de chico bueno, que tiene una gran personalidad, justo y leal. Han pasado muchos meses desde la primera conversación. Es tan extraño. Es decir, cuando yo lo conocí, no pensé que fuera el chico de mi vida. Pero, cuando recordé el sueño que le conté al universo, me da escalofríos.
Y aquí estamos, enamorados perdidos. Quién lo hubiese dicho. El universo conspira para ayudarnos. Ahora lo sé y si yo pude recibir este regalo de la vida, todo el mundo podrá. Sólo hay que confiar algo. Estar segura de que realmente quieres lo que pides. O nunca te han dicho, cuidado con lo que deseas.
Muchas gracias por leer.
Saludos,
Eva María.