Hace un tiempo que dejamos nuestra historia atrás y, aunque jamás cerramos del todo ese ciclo, seguimos siendo amigos y con el tiempo, ambos formamos nuestras propias familias. Siempre hemos estado allí el uno para el otro, ayudándonos, compartiendo cenas, fiestas, alegrías y penas, pero nunca hemos vuelto a hablar de aquello que compartimos.
Anoche algo cambió, lo supimos, lo notamos. Al principio, un roce sutil cuando casi por casualidad, nuestras manos se encontraron debajo de esa mesa donde cenábamos con nuestros amigos. Nadie podía verlo, nadie debía saberlo. Nuestros dedos se enredaban y jugaban entre ellos. Era suave, tierno, inocente y pueril pero lo notamos, todo eso que teniamos escondido salió a flote. Tu mirada me lo dijo y los dos lo sabemos, hemos tenido encerrados esos sentimientos demasiado tiempo. Ni siquiera hemos hablado de ello, ni se si lo vamos a hacer, pero hoy, mi mano no deja de buscar la tuya, de repasar una y otra vez esas suaves caricias que anoche nos dedicamos en secreto.