Capítulo 1
Eran las 10 de la noche, el micro salía en una hora, como siempre llegué antes, mucho antes diría Leo, mi marido, quien me llevó a la terminal.
-Quédate todo lo que necesites, no te preocupes por Sole, nos vamos a arreglar, llámanos todas las noches, te amo.
Fueron sus palabras de despedida más un dulce beso. Subí al micro, le sonreí y suspiré, fue un día complicado, armar el bolso, dejar todo ordenado, la heladera llena, las indicaciones a Paula, mi mano derecha en casa desde hace diez años, el enojo de Sole.
-¿Te tenés que ir ma? ¿Justo ahora?
Para ella siempre es ¡justo ahora!, ma llévame, ma me venís a buscar, ma me comprás, ma necesito.
-Sole esto es importante para mí, son mis amigas, mis hermanas de la vida.
Ella alzó sus hombros, se puso los auriculares y se fue al cuarto.
Miro el reloj, faltan 9 horas, quiero abrazarlas, me dan energía y fortaleza, juntas siempre, en charlas telefónicas, en WhatsApp, en Skype, y ahora unos días o semanas solo nosotras: Cata, Marce, Fer y yo. Nuestra misión acompañar a Fer, ¡cómo imaginar el giro que dio su vida!
Recuerdo ese llamado de Marcela hace quince días:
-Hola Naty, ha pasado algo terrible. Gustavo tuvo un grave accidente, lo llevaron al Alemán, Fer está desesperada, ¿podes venir?
-Si.
No pude decir nada más, Leo me abrazó, entre sollozos lo puse al tanto mientras nos trasladamos al Hospital.
Las palabras fueron innecesarias, la escena dijo todo, Fer de rodillas llorando, me miró y corrió a mis brazos:
-Falleció, me dejó, se fue.
Al día siguiente llego Catalina, las amigas juntas nuevamente, en lo bueno, en lo malo, en las risas y en las tristezas. Acompañamos en todo momento a Fernanda, la despedida del gran amor de su vida, ella, con un gran esfuerzo afrontando la triste situación.
Cuando escuchamos:
-¡Tremendo hijo de puta!
Y la vimos correr con una corona tal como palo de béisbol sobre el ataúd, la rodeamos y llevamos al baño.
-Qué te pasa Fer? Cálmate, -dijo Cata.
-¿Qué me pasa? Gus, el perfecto, el ejemplar, el adorable, tiene una amante, tenía una amante, si no se moría yo lo mataba.
Mientras con Cata la conteníamos, Marcela regresó a la sala y comprobó lo inimaginable: la bella joven estaba casada desde hacía un año y medio con el hijo de puta.
El casamiento de Fer, Gus esperando el sí y nosotras gritando.
-decile que no, no te cases- saliste corriendo del civil y las cuatro nos fuimos de vacaciones a Cancún, lugar elegido para la luna de miel.
Me desperté, qué lástima, fue un sueño, la realidad es que Gus murió, Fer tiene un coctel de sentimientos enfrentados: enojo, ira, dolor, tristeza, bronca, y la otra señora de Gus, además de ser la otra señora de Gus, tiene un hijo, un hijo de Gus.
Miro por la ventanilla, está amaneciendo, el cielo naranja, violeta, celeste, me lleva a esas madrugadas cuando volvíamos de bailar y nos quedábamos tomando mate compartiendo nuestros sueños, deseos, miedos.
Fer siempre decía “y si no puedo tener hijos”.
Capítulo 2
Tres Lomas, dijo el chofer, me asomé, allí estaban las tres esperándome, nos abrazamos, lloramos, reímos, volvimos a llorar y a reír.
-Vamos a casa, dijo Cata.
-No chicas, expresó Marce, síganme, alquilé una quinta fuera del pueblo, con mucama, chef, jardinero, un bombón el chico.
-¿Por qué Gustavo me hizo esto?- dijo Fer apretando mi mano.
Viajamos escuchando a Marcela, todos los bártulos que trasladó a “Mi Deseo” así se llamaba el lugar, como excelente diseñadora y con buen gusto, don que trajo en sus genes, acondicionó todos los espacios, dando color, aromas, texturas.
-Hay pileta, jacuzzi, sauna, cancha de tenis, arboledas, caballos, no se preocupen por la ropa, tengo vestuario para todas, vieron cómo se llama el lugar “Mi Deseo” y yo deseo al bombonazo- nos dijo mientras recorríamos la quinta.
Cata buscaba un teléfono porque los celulares no tenían señal, quería llamar a su familia para avisarles del cambio de planes, Marcela era una caja de pandora, lo opuesto a ella, tan tradicional, tan predecible, “pobre Luis, solo con los chicos, le pediré a mamá que le eche una mano” pensó mientras caminábamos por el jardín donde sobresalían los lirios.
Catalina es la sensata del grupo, sus cualidades siempre fueron ser juiciosa, reflexiva, cariñosa, serena, podía venir un tsunami que ella en segundos reunía a sus 10 hijos, su Luis, sus mascotas Toby y Rodo, comida, abrigos, juguetes de los niños más pequeños y los ponía a todos a salvo. Cada vez que tengo dudas en la crianza de Sole la llamo, Cata siempre tiene una respuesta que me tranquiliza.
Nos ubicamos en el living, los sillones súper cómodos, de cuero, amplios, nos cobijaron mientras esperamos el desayuno. Fer cerró sus ojos, -quisiera dormir una eternidad- dijo, acurrucándose en el regazo de Cata, quien acariciando su cabello respondió:
-Todo pasa por algo cariño, te ayudaremos a encontrar la paz y la esperanza, tenés que perdonarlo, es el comienzo.
-¿Perdonarlo? ¿Qué decís? Es un reverendo hijo de puta- gritó Marcela.
Fer lloraba y yo no supe qué decir o tal vez no me animé, porque mi respuesta dejaría a alguna de mis amigas en desventaja.
El sonido del teléfono nos ayudó a suavizar el momento, era Luis.
-Si amor, todo bien, ¿vos? ¡Qué bien! sí, sí, nos hablamos, gracias, te amo, besos a los chicos.
-Todo bien en casa, Luis y mi mamá se encargaran de todo y de todos.
Cata se casó a los 18 años con Luis, su primer y único novio, se conocieron en el corralito que compartían de bebés, sus madres eran grandes amigas y así, con los años, su amor fue creciendo. Realmente son el uno para el otro, almas gemelas diría Marce. Cuando cumplieron los 50 años, con 12 días de diferencia, sus hijos les prepararon una fiesta sorpresa a los dos, qué hermosa familia. Marce siempre dice “a quien Dios no les da hijos, el diablo le da sobrinos”, los 10 nos dicen tías, igual que mi Sole a ellas.
Calmamos a Fer, que del llanto paso a la bronca y revoleó un almohadón, entonces la imitamos y lanzamos varios por el aire, Marce pateaba uno diciendo -para vos, hijo de puta, en tus bolas.
La chica que nos traía el desayuno, seguro que pensó “estas señoras están locas de remate”.
Capítulo 3
Pasaron tres días, aun no nos animamos a decirle a Fer lo del hijo de Gustavo y Wanda, así se llamaba la fulana, el niño tiene 6 meses.
Luis tiene un amigo que investiga todo tipo de situaciones: fraudes, engaños, estafas; Cata le pidió información sobre la segunda vida, oculta, muy oculta de Gustavo, el ingeniero reconocido y querido de la capital.
-Este tal Gustavo sí que era muy astuto Luis, se casó en EE.UU., en marzo de 2012, parece que coincidió con un Congreso de Ingeniería, Wanda era una asistente de un colega a quien conoció en uno de sus viajes, la chica es muy joven, no tiene familia, solo una amiga que se distanció de ella cuando se casó con Gustavo. Parece que ella vio algo raro en el tipo. Vivían en Carmelo, Uruguay, en un country, él viajaba mucho, la chica nunca sospechó, la tenía como una reina. En 2013 nació su hijo, los vecinos dicen que desde que nació el niño lo veían más seguido. ¿Sabes? Yo también presiento algo, voy a continuar investigando.
Las tres hablamos sobre las nuevas noticias y decidimos decirle a Fer. Encontrar el momento oportuno, pero ¿hay un momento oportuno? Cómo se lo decimos:
Cata dijo:
-Sí, perdónalo, es la única manera de empezar a reconstruir tu alma, debe haber sido un tormento para él ocultarte que tuvo un hijo.
Marce espetó:
-El hijo de puta tiene un hijo.
Yo traté de mediar:
-Gus siempre te amo, seguro que fue un error, cuando se dio cuenta era tarde, ella estaba embarazada, sí, tiene un hijo.
Amaneció lloviendo, los planes eran ver una película, tomar mate y jugar a “tengo algo que contarte”, cada una contaría un secreto, Cata sería la encargada de decirle el secreto de Gustavo a Fer.
Comenzó Marce:
-¡Hice de estríper en las Vegas! Fue hace dos años, después de un desfile salí con un grupo de amigos, entramos a un club, “Undress” se llamaba, había mujeres y hombres bailando sensualmente en el caño, bueno, ya saben, copa va copa viene, la chica se entretiene… entonces, alentada por el grupo, subí al escenario, me quité la ropa como la chica de 9 semanas y media y bailé en el caño completamente desnuda, ¿quieren que lo repita?- y empezó a hacerse la sexi.
¡Nooo! dijimos las tres, ella es así, muy desinhibida, desvergonzada y atrevida, con 50 años parece de 35, a veces le decimos Meg por su parecido con la rubia actriz Meg Ryan, no le interesan los compromisos, siempre tiene algún novio a su alrededor para pasarlo bien, pero taza, taza cada uno a su casa.
Siguió Cata:
-Le mentí a mi Luis.
-¿Qué? Gritamos. No podíamos creer que Cata mienta y menos a su Luis, pensé “por qué cuenta esto, ella debe contar el secreto de Gus”.
-Fue el verano pasado, tuve un sueño erótico, tan erótico que me desperté toda transpirada, Luis se asustó, escuchó que gemía en la cama como una gata en celo, se lo conté por supuesto diciendo que era con él, pero no era él.
-¿Quién era? preguntamos.
-Mi ginecólogo, bueno, mi ex ginecólogo, muy buen mozo y correcto, me gustaba un poquito, ahora voy con una médica.
-Chicas, Gustavo y yo no podíamos tener hijos, me hice dos inseminaciones pero no lo logramos, quizá por eso me engañó.
Cata y Marce me miraron con gesto de “¡ahora! ¡Dile ahora!”.
-Querida Fer, no creo que ese haya sido el motivo para engañarte, creo que se equivocó y no supo cómo remediarlo, hasta que la chica se quedó embarazada, debe haber sido un tormento para él ocultártelo.
Tendría que haber dicho eso pero no lo hice, mi secreto fue:
-¿Se acuerdan de esa vez que fuimos a comer sushi? Me sentí mal nada más probé el primer bocado, mi panza se revolucionó y me cagué ¡volví a casa sin la bombacha!
Se rieron mucho, también Fer.
Capítulo 4
-¡No!
Ese grito nos despertó, era Fer, corrimos a ver qué le pasaba, su abogado había llamado y ya lo sabía.
-Tiene un hijo, ¡tiene un hijo!
Nosotras no podíamos disimular, queríamos calmarla.
-¿Lo sabían? Lo sabían y no me lo dijeron, ¡las odio!
Salió dando un portazo, se llevó el auto de Marce partiendo a gran velocidad. Quedamos paralizadas, temiendo por ella.
-¿Qué hacemos? ¿Dónde la buscamos?
-Chicas piensen, dijo Marce, solo hay un lugar, el viejo molino, nuestro refugio.
Bombonazo nos prestó su auto, creo que pasó algo con Marce, una mirada cómplice los delató. Llegamos y allí estaba, no lloraba ni arrojaba cosas por el aire, nos acercamos lentamente, nunca la habíamos visto así, pensativa, calma, nos miró fijamente, una por una.
-¿Desde cuándo lo saben?
Le contamos todo, con detalle, del amigo de Luis y su investigación, de las formas que pensamos para decirle, del momento oportuno.
-Él quería un hijo, yo no podía tenerlo, entiendo que buscara por otro lado, pero por qué se casó, por qué mintió. Durante un año y medio fingió que estaba todo bien, no dio indicios de nada, seguimos “amándonos”, haciendo planes, viviendo juntos. Cómo sospechar, llegaba de sus viajes con palabras cariñosas, regalos, planes de salidas con amigos, encuentros a solas en la casa de la playa. Me llamaba cuando estaba de viaje, hablábamos horas, nos reíamos, lo amaba tanto y me sentía amada.
Cata la abrazó, luego nos sumamos con Marce.
Fer necesitaba que la escucháramos, hicimos una fogata porque sentimos frio, nos sentamos en ronda.
-Nadie mejor que ustedes saben que lo amo, desde ese día cuando lo conocí, tan atractivo, simpático, ¿recuerdan? Fue en la Vieja Casona, habíamos ido a despedir el año. Me acerqué a la barra a por unos tragos, me sonrió diciendo “con vos me caso”. Solo unos meses de noviazgo y nos casamos, 20 años juntos. Compartimos hermosos momentos, el progreso en su carrera, los viajes, yo lo acompañaba al principio pero luego decidimos que me quedaría, así los reencuentros serían más románticos. "Estaremos siempre juntos, sos mi gran amor” eran las palabras que repetía.
-Nuestro último día juntos fue tan especial, hicimos el amor a la mañana, nos duchamos juntos, desayunamos, “amor, cuando regrese de Uruguay voy a tomarme unos días para que salgamos a navegar” me dijo, sabía que me encanta salir en el velero, nos aislábamos del mundo.
-No entiendo, no lo entiendo, cómo pudo mentir tanto y tan bien, tiene un hijo de 6 meses, trato de pensar qué pasó hace 6 meses, cómo no me di cuenta, algo diferente en su mirada, en su voz.
-Su otra mujer es joven, muy bonita. ¿Sabía de mí? ¿Hablaban de mí? Tengo que verla.
Se levantó decidida.
-¿Me acompañan? Las necesito.
Capítulo 5
Acababa de dormir al niño, solo por él o gracias a él continuaba viva. Pensó “Deberé ser fuerte, como cuando mis padres murieron y terminé en ese instituto”. Un llamado la sobresaltó.
-Señora vienen a verla, una joven Mariel Gómez y dos hombres. ¿Autoriza que pasen?
-Sí, gracias Ricardo.
Mariel, su amiga, su única amiga desde que salió del instituto a los 18 años, su amiga que se fue sin despedirse, Gus le había dicho “no puede soportar que seas tan feliz”. Mariel siempre fue tímida, retraída, pero nunca envidiosa, desconfiada o celosa, una única vez le dijo -Wanda sabes que te quiero como a una hermana, ese tipo no me gusta, y no es la diferencia de edad lo que me preocupa, hay algo raro, algo no me cierra-, ella se dio cuenta, era casado.
Tocaron a la puerta, vio a su amiga muy cambiada, otro corte de pelo, vestida muy formal, la abrazó fuerte y Mariel comenzó a llorar. Los hombres que la acompañaban ingresaron a la casa.
-Perdóname, perdóname, no podía quedarme, tenía mucho miedo, ni bien me enteré de que murió, decidí venir a verte pero no me dejaban, el caso es muy complicado.
Mariel les presentó a los detectives Gordon y Curtis.
-El caso… qué caso… ¿detectives?
Wanda preparó café, su cabeza daba giros, sentía que estaba en una pendiente, rodando sin poder parar. Se ubicaron en la sala, Gordon comenzó a hablar.
- Sra. di Lorenzo, seguramente no comprende por qué vinimos con la señorita Mariel, por qué ella desapareció sin despedirse, por qué el “señor” Gustavo Di Lorenzo le ocultó que estaba casado desde hace 20 años.
- Por favor ¡Basta! Quiero escuchar a mi amiga, no me molesta que estén en mi casa, espero que a ustedes no les moleste quedarse callados.
Curtis miró a Gordon, era la primera vez que alguien lo callaba, tosió, se sentó y bebió el café en silencio.
- Querida Wanda es difícil lo que vas a escuchar, cuando conociste a Gustavo estabas fascinada, era tan seductor, tan caballero que te comprendí, te protegía, estaba pendiente de vos aun en sus largos viajes de trabajo, pero yo notaba algo extraño en él, no sabía qué era. Una noche, de casualidad cuando paseaba a mi perro, vi su auto junto al río, supuse que estaba con vos, caminé hacia allí, antes de llegar vi que sacaba un enorme bulto de su baúl y lo arrojaba al río. Blas ladró, me asusté y comencé a correr hacia el auto, subí y aceleré hacia la carretera.
- No entiendo, ¿Qué querés decir? Arrojó algo al río y qué con eso.
- Por favor escuchame, tres días después, el fin de semana, el ultimo que nos vimos cuando estuve en tu casa, ¿te acordás? Salió en las noticias “Encuentro macabro, dos adolescentes que habían ido de pesca encontraron a la joven María Peralta desaparecida hace cuatro días, tenía signos de tortura, el cuerpo llevaba tres días en el agua, según el médico forense”, Gustavo me miró y supe que era él. Fui a la policía, conté todo, me hicieron esperar un largo rato, tenía tanto miedo, su mirada me aterraba. Cuando llegué a casa estaban Curtis y Gordon con mamá, me dijeron que nos darían protección si testificaba lo que había visto. Entonces nos fuimos, sin despedidas, dejando todo, hace un año y medio que vivimos con otras identidades en Brasil. Temía por vos, pero los detectives te vigilaban.
- Testigo de qué, por favor, Gustavo me engañó, estaba casado sí, pero es, era un buen hombre, no dañaría a ningún ser vivo, jamás, que querés inventar, ensuciar su imagen.
- Era un lobo con piel de cordero, muy hábil, muy astuto- dijo Curtis.
- Era un asesino en serie, lo lamento señora- acotó Gordon.
Capítulo 6
Gustavo Di Lorenzo tuvo una infancia solitaria, lo crio su padre, un hombre muy exigente, nunca lo trató con cariño, su madre los abandonó cuando él tenía 6 años, “no hables de esa puta” eran las palabras que siempre resonaban en su cabeza.
En su adolescencia la buscó, ella tenía otra familia, le pidió que se fuera, que no quería problemas con el déspota de su padre.
-Lo lamento Gustavo, tu padre era violento, me tuve que ir para que no me matara, no pude llevarte conmigo, es una triste historia, por favor no le digas que me encontraste-.
Decidió comenzar una vida sin ellos, inventarse un pasado feliz, estudiar, enamorarse, formar una familia, tener hijos y ser un buen padre.
A los 35 conoció a Fernanda, se enamoró con solo verla y se propuso conquistarla, se casaron a los pocos meses, la felicidad, la alegría, la paz llegaron a su vida, faltaban los hijos.
- Ya llevamos dos años juntos, soy tan feliz, ¿qué te parece si tenemos un hijo?
- También lo deseo amor- respondió Fer.
Comenzaron a buscarlo, al tiempo consultaron distintos médicos, el embarazo no llegaba. En uno de sus viajes se realizó estudios y le dijeron lo que no quería escuchar, era estéril, lo que su padre le decía: “estéril hijo de puta” “marica, sos un estéril marica”.
Esas palabras lo transformaron, sin saber cómo ni por qué, subió a una chica a su auto en la carretera, estacionó en un monte, la golpeó hasta matarla, luego la arrojó a una laguna y continuó su viaje. Fue la primera vez. Hace 18 años, su primera víctima. Luego llamaba a Fer, charlaban largo rato, se dormía.
Cada viaje, una conquista, una muerte, un llamado a Fer. Perfeccionó su patrón, buscaba chicas parecidas a Fernanda, les compraba ese vestido rojo que a ella le quedaba tan bien, salía con ellas un tiempo, luego las llevaba a una cabaña y allí las torturaba durante días hasta que morían, luego las arrojaba en ríos o lagunas según el recorrido de sus viajes.
Era muy meticuloso, no dejaba cabos sueltos, Wanda era otra de sus víctimas, pero quedó embarazada, sabía que no era de él pero no le importaba, esperaría unos meses luego del nacimiento del niño, la mataría, llevaría al niño con Fer, le confesaría el engaño, inventaría una historia sobre la madre y el abandono del niño y lo criarían como a un hijo, su hijo.
Esa noche llevaba su décima victima en el baúl, la arrojó en el Salado, qué raro es este río tan oscuro, no hay árboles, alguien lo vio y llamó al 911.
-Carajo- dijo Gustavo.
Subió a su auto y partió a toda velocidad. A partir de ese día, se sintió perseguido, vigilado, “voy a parar, tengo que parar, solo Wanda y fin a todo esto, luego solo seré un buen esposo y un buen padre” fue su último pensamiento, chocó con un camión y murió en el acto.
El vestido que llevaba de regalo a Wanda lo delató, era el mismo que tenían todas sus víctimas pero eso no era prueba suficiente.
Capítulo 7
Partimos a Carmelo, Cata y yo avisamos a nuestras familias, Marce se despidió de su conquista dejándole su número telefónico, parece que el muchacho la cautivó.
- Lástima que en mi departamento no tengo jardín, anoche le pedí que viniera a mi cuarto con su sombrero, solo con su sombrero, ¡éste! miren. Cata me acordé de tu sueño, sabes, creo que me puse como la gata en celo que mencionaste.
Cata se ruborizó, y el resto nos reímos.
- Hola ma, ¿dónde estás? ¡Me dijo papi que viajas a Uruguay! ¿Cuándo venís?
- ¡Sole! Hijita, te extraño mucho
- Entonces volvé, ma tengo un quince en veinte días, necesito que me acompañes a comprarme ropa, porfi volvé mamucha, las tías lo van a entender.
- Vuelvo en unos días, no te preocupes, compraremos un lindo vestido.
- Porfi, porfi, volvé mamucha, ¡te quiero!
Cuánto hacia que no escuchaba ese te quiero.
- Te amo hijita, cuidate, besos a papi.
Sole, mi única hija, algo caprichosa, en la adolescencia se había puesto contestona y exigente, “ponle límites” me decían mis amigas, sobre todo Cata, pero Leo y yo no podíamos, nos costó tenerla, los primeros meses en neonatos, nació prematura con muy bajo peso, nuestra princesa creció en una burbuja de cuidados, consentimientos, mucho amor y sobreprotección.
Cata dijo:
- Es bueno para ella extrañarte, también para Leo, vos siempre estás, incondicionalmente para ellos.
- Sabes que amo a Sole, pero es bueno que te valore, ¿pensás que es por el vestido? No “mamucha”, siente tu ausencia- acoto Marce.
- Si hubiese tenido una hija la hubiese criado como vos- suspiró Fer al decirlo.
- ¡Ustedes parecen gemelas de pensamiento!- concluyó Marce.
Llegamos de noche, fuimos a un hotel para no caer en ese horario en lo de Wanda, discutimos si llamábamos antes, y así lo hicimos.
El guardia de seguridad del country nos dejó pasar, Wanda nos esperaba en la puerta, Fer se aferró a mi mano, la miró unos instantes y Wanda bajo su cabeza.
Nos sorprendió que en el living hubiera otras personas, dos hombres y una mujer.
Inició la conversación uno de los hombres.
- Mi nombre es Gordon, mi compañero el detective Curtis, la señorita Mariel Gómez es la amiga de Wanda. Ustedes son.
- Mi nombre es Marcela Acuña, ellas son Catalina Reyes, Natalia Cardozo, las amigas de Fernanda Di Lorenzo, la esposa de Gustavo. ¿Qué hacen ustedes acá? La esposa de Gustavo es Fernanda, ¿no tendrían que estar en su casa?
- La señora Fernanda Di Lorenzo ha sido vigilada desde hace un año y medio, cuando empezamos con las primeras pistas, ella no está involucrada en el caso, al igual que la señora Wanda, quien creemos sería su próxima víctima- dijo Curtis.
- Ah bueno, ¿qué es todo esto? ¿Una novela? Resulta que el hijo de puta engañó a otras mujeres, seguro, ese pelotudo seductor- dijo Marce.
- Por favor Marcela, esto es, no encuentro las palabras, ¡Dios! No entiendo, por favor explíquenos Sr. Gordon- dijo Fernanda con la respiración entrecortada.
- Señora, siento mucho decirle que esto es más grave que una serie de engaños, es bueno que la acompañen sus amigas, trataré de ser considerado en el relato. Trabajamos para el FBI, iniciamos una investigación hace 10 años, hasta ese momento habíamos encontrado 4 chicas en ríos, lagunas, con signos de tortura, todas llevaban el mismo vestido color rojo, todas se parecían, no tenían conexiones entre ellas, vivían en distintos países: Argentina, Perú, Bolivia, Chile.
- ¡Mi Dios! ¡Qué quiere decir!- susurró Fer, sollozando.
La abrazamos.
Wanda buscó café, vasos y dos botellas una de whisky y otra de brandy, las cuatro nos servimos brandy, estábamos desconcertadas, ¿Quién era Gustavo realmente?
- Calma señoras, debe ser difícil para ustedes. Hace un año y medio, cuando ya sumaban 9 las chicas encontradas, todas parecidas, con el mismo modelo de vestido, en distintos ríos, arroyos, lagos, todas en Argentina, en distintas provincias pero en el mismo país, nos llamaron de Uruguay, Carmelo.
- ¿De acá? ¿No dijo que las encontraban en Argentina?- preguntó Marce.
Ella era la única que escuchaba atentamente el relato de Gordon, Cata estaba pálida, acariciaba a Fernanda que lloraba en silencio, yo rezaba a la virgencita para que le diera fortaleza a mi querida amiga.
- Señora Marcela, hasta ese momento no teníamos ninguna pista, fueron ese llamado y el contacto con la señorita Mariel los primeros indicios para comenzar a vigilar a Di Lorenzo. El tipo era muy astuto, siempre se escabullía, como era tan respetado y admirado por su trabajo se nos hacía más difícil encontrar a alguien de su entorno con alguna sospecha. Hace unos meses apareció la última joven en el rio Salado, alguien describió el auto y armamos un identikit, éste- explico Gordon.
- No Fer, no lo mires- dijo Marce, quien sostenía el papel en sus manos - tremendo hijo de puta.
- Lo estábamos siguiendo, teníamos registros del lugar donde compraba los vestidos, lo habían reconocido por el identikit y tuvo el accidente, en su auto estaba el vestido rojo con una tarjeta, “para vos Wanda, mi gran amor”.
- Yo sería su víctima, afirmó Wanda. Señora Fernanda supe que era su esposo el día del velatorio, disculpe las palabras de ese día “yo lo amaba, vivía con él, ¿es cierto que usted es su esposa?”, luego de hablar con la señora Marcela me fui, tuve mucha vergüenza.
- Querida no necesitas decir “señora” cada dos segundos, también va por ustedes, mis queridos detectives- dijo Marce, que detestaba cuando le decían así.
- ¿y el niño?- preguntó Cata -¿Qué pasaría con él?
- No lo sabemos- contestó Curtis.
- Yo debo decirles algo, Santi no es el hijo de Gustavo, él no lo sabía, pero viajaba mucho y yo conocí a alguien aquí en el country, duró poco pero quedé embarazada, le dije a Gus que era suyo y no sospechó nada, estaba feliz con la noticia.
- Basta, es mucho por hoy, creí que estas historias eran ficción, Gustavo Di Lorenzo, el ingeniero vip de la gran ciudad ¡un asesino en serie! Hasta lo dije en verso, que lo parió- reflexionó Marcela.
- Aun necesitamos pruebas, por eso vinimos a hablar con Wanda, también tenemos filmaciones de su casa señora Fernanda, instalamos cámaras en distintos lugares, desconfiábamos de usted, pero debemos pedirle disculpas, es usted inocente- dijo Gordon.
- Ah bueno, ¡menos mal que se dieron cuenta de que es inocente!- dijo Marce, que para ese momento ya se había tomado varios brandis.
- ¿Hay algo que ustedes, Fernanda, Wanda, tengan que decir de Gustavo Di Lorenzo? ¿Algún lugar donde guarde pertenencias? ¿Alguna caja de seguridad?- preguntó Curtis.
- Creo que sí- contestó Fer.
La miramos sorprendidos.
Capítulo 8
La casa de la playa, el lugar donde Fernanda y Gustavo pasaban los veranos, donde iban cada vez que podían, tenía unos hermosos ventanales desde donde se veía el mar, a él siempre le gustó el agua, mar, río, arroyo, no había vacaciones si no había agua, disfrutaba nadando, surfeando, pescando, dando vueltas en el velero.
Fernanda nos pidió que fuéramos con ellos, Curtis y Gordon, partimos hacia Necochea.
Con Cata, nuevamente avisamos a las familias, yo le iba contando a Leo los detalles de la historia, “increíble, no puedo ni siquiera imaginarlo, Fernanda debe estar destrozada, acompáñala, te amo mucho” fueron sus palabras.
En el viaje Fer nos dijo:
- Hace tres años me desperté y Gus no estaba en la cama, me levanté, lo busqué en la casa, en la playa, no estaba, me preocupé, no se había llevado el celular, volvió a las dos horas, se sobresaltó al verme y se le cayeron unas llaves que yo jamás había visto, él las levantó algo nervioso, me dijo “mi amor, me asustaste, no podía dormir y fui hasta el muelle”. Me pareció extraño, era medianoche, no le di importancia pero ahora, no sé, quizás en el muelle, él nunca quiso que yo fuera, buscaba el velero y venía hasta la casa. Había días que pasaba largas horas allí, me decía que era por trabajo, que en casa solo quería estar conmigo.
Camino a Necochea cruzamos el río Salado, sin árboles, desolado, allí habían encontrado una de las víctimas, un escalofrío recorrió mi cuerpo, creo que lo mismo les pasó a las chicas.
Cuando llegamos Fer se desvaneció, era mucho para ella, la recostamos, Marce le dio un medicamento, no quisimos preguntar qué era, la hizo dormir plácidamente durante varias horas. Nosotras ventilamos el lugar cerrado durante meses, compramos provisiones. Curtis y Gordon recorrieron cada rincón de la casa y fueron al muelle a familiarizarse con el lugar, al día siguiente iríamos los seis.
Cata preparó una rica paella, Curtis y Gordon comieron como si fuera su última cena, Fer todavía algo aturdida probó unos bocados ante nuestra insistencia, nos dormimos muy tarde, recién cuando ella logró hacerlo. Los detectives nos dijeron que saldríamos temprano para el muelle.
- ¡Señora Fernanda! Siento mucho lo del accidente del señor Gustavo, yo lo apreciaba. ¿Qué anda haciendo por aquí?, dijo el cuidador del muelle, mirando a todo el grupo que la acompañaba.
- Gracias Roque, necesito la llave del velero- respondió Fer.
- Si señora, yo tengo solo la llave del velero, de la oficina no tengo. Es aquella, dijo, señalando una dependencia de material. -El señor Gustavo no dejaba la llave, ni quería que le haga limpiar el lugar.
Fuimos al velero, debíamos encontrar una llave, Curtis fue a la “Oficina”, imposible entrar sin la llave, la puerta era blindada, al igual que la ventana.
Revisamos cada recoveco de la embarcación, nada, no encontramos nada, a Fer le llamó la atención un cuadro con la imagen de una mujer con vestido rojo, se acercó y al tocarlo se deslizó dejando al descubierto una abertura donde estaba la llave.
Curtis y Gordon nos pidieron que nos quedáramos en el velero mientras ellos investigaban en la “oficina” de Gustavo, por supuesto desobedecimos.
Capítulo 9
Por dónde empezar, el lugar era como una caja de metal, iluminado con varias luces, había fotos de las mujeres asesinadas, todas con ese vestido que Fernanda reconoció como uno de ella que él prefería y le pedía que se pusiera cada aniversario, cerró los ojos y retrocedió.
- Mujeres, mujeres, ¿por qué no obedecieron?- se quejaba Curtis.
- No toquen nada, ya vienen de la agencia- ordenó Gordon.
- ¡Hijo de puta, acá esta todo! Sus planes, los recorridos, miren o mejor no miren- dijo Marcela.
-Señoras llegó el momento de retirarse.
Nos fuimos a la casa conteniendo a Fer, esto era terrible, más doloroso que el engaño, ¿con quién había vivido? ¿De quién se había enamorado?
Gordon y Curtis regresaron al anochecer, Fer dormía después de tomar esa pastilla de Marce.
- Señoras, caso cerrado, Gustavo Di Lorenzo es el asesino de las mujeres del vestido rojo, está todo, hay fotos antes y después del crimen, planificaba y escribía todo en su computadora, incluso hay datos de otras dos mujeres desaparecidas hace unos años, el lugar donde las dejó. También encontramos una carta que imprimimos para que se la den a la señora Fernanda y unos estudios, parece que el tipo era estéril- les relató Gordon.
- Carajo, dijo Marcela.
Con Cata nos quedamos calladas.
La carta para Fer decía:
“Mi amor, espero que me perdones, te he engañado con una mujer, ella coqueteaba conmigo y una noche, luego de unas cuantas copas, me acosté con ella. Quedó embarazada, ahora tengo un hijo, Santi, se parece a vos, no te miento, será nuestro hijo deseado. Su madre no lo quiere, le ofrecí dinero y me dijo que se irá lejos y nunca lo reclamará.
Ahora tendremos la familia que soñamos, espero me perdones, estaré con Santi en la casa de la playa el sábado 20.”
- Sábado 20, es el día después de su muerte. ¡El hijo de puta iba a matar a Wanda! Tenemos que darle la carta y esos estudios médicos a Fernanda, sin vueltas chicas, entendieron ¿no?- dijo Marce.
Esta vez tenía razón, decidimos hacerlo tan pronto se despertara.
Capítulo 10
Volvimos a “Mi Deseo”, necesitábamos unos días juntas, relajarnos, charlar, contener a Fernanda, quien a pesar de la tristeza por haber amado a un desconocido, del asombro por lo impensable de la personalidad retorcida de Gustavo, del dolor por la mentira y el engaño creyendo que ella era quien no podía tener hijos, estaba como aliviada, más fuerte, hasta recuperó la sonrisa ante las anécdotas de Marcela.
- Voy a vender todo, ¿recuerdan a mi prima Rosina, que vive en Grecia? Ayer hablamos por Skype, se separó hace unos meses, está sola, sus hijos viven en Roma, me invitó a su campiña, necesito otros aires- nos dijo Fer un día.
- Genial amiga, a revolear la chancleta- acotó Marce.
Cata le puso en contacto con un conocido de mucha confianza para que se desentendiera de la venta de sus propiedades o de la administración del dinero.
Antes de despedirnos, le ayudamos a escribir una lista de todo lo que debería hacer:
Marce:
-Conocer muchos hombres, ¡pero conocerlos bien!
Cata:
-Olvidar el pasado y vivir cada momento a pleno.
Yo:
- ¡Comer, amar, rezar! ¡Como el libro que me regalaste!
Al despedirnos, nos abrazamos, lloramos y reímos, como siempre.
Regresé, en la terminal me esperaba Leo y para mi sorpresa también Sole, los abrace muy fuerte.
- Os amo mucho, les dije.
- Nosotros también mami.
Esa noche hicimos el amor, luego me abrazó muy fuerte.
- Cariño, siento mucho esta historia trágica de Fernanda, sé que la quieres como una hermana, te amo querida- dijo dulcemente Leo.
Al día siguiente fuimos de compras con Sole, dimos muchas vueltas por el vestido, entramos en una boutique nueva en la zona, los vestidos eran hermosos, Sole fue a probarse uno.
- Éste mami, ¿Qué te parece?- dijo Sole girando como una bailarina
¡Era un vestido rojo!
- No mi amor, ese color. ¡Mejor no! respondí.