Siento el calor, de los rayos del sol acariciando mi piel, la suave brisa marina me inunda de un sin fin de sensaciones, el sonido de las aves, y las olas del mar rompiendo en los acantilados me envuelven en una armonía casi celestial, puedo oler el aroma a sal y algas que trae el viento y por un momento deseo parar el tiempo.
Venir aquí a la orilla de este mar. Oír, respirar y sentir, me aleja de todo lo cotidiano y banal que me rodea en un bullicio de almas encarnadas en el egoísmo y vanidad.
Quisiera no tener que volver, quisiera fundirme con esta tierra árida, permitir que trague mi cuerpo y desaparecer para siempre.
Si tan solo los sueños se pudieran realizar, desearía ser un ave que vuele veloz, que surque el mar en busca de nuevas tierras inexploradas secretas.
Oí hablar una vez a mis padres de unas tierras donde el aire olía a especias; los animales se alzaban altos, robustos y fuertes. Los árboles crecían grandes, tan altos como una casa. Si no más.
Si tan solo los sueños pudieran ser reales, yo surcaría los mares en busca de esas tierras,
descubriría cada rincón oculto, cada tramo y río. Cazaría y comería la pieza adquirida, la prepararía antes en una hoguera, después con la barriga llena bailaría bajo las estrellas.
Que tristeza me da pensar que a mi edad, todas las ilusiones que una joven pueda tener serán borradas, pues la vida de una mujer en estos tiempos no tienen valor y es el varón el que corre con la suerte de poder vivir aventuras, de recorrer tierras y paisajes.
Yo no soy más que una joven de quince años, hija de un noble de la corte imperial inglesa
en la dinastía Tudor, gobernandos por el majestuoso rey Enrrique Tudor y la reina Catalina. A mi edad una mujer ya es casadera y mis padres han concertado para mí un acuerdo matrimonial con un conde que está por visitarnos en unos días, dicho conde es llamado Hamsons Fox, así que pasaré a ser la señora Lilian Fox, la idea de contraer matrimonio a esta edad y sin conocer el mundo que me rodea, sin saber nada más que de la brisa del mar y el sonido que las olas llevan, me colma de una tristeza que ni tan solo este paisaje que tiempo atrás me confortaba es capaz hoy de calmar la tristeza que me inunda el alma. Con temor de no saber si él me amara algún día, o yo lo amaré a él.
El miedo se apodera de mi alma y las lágrimas empiezan a ceder.
Un hombre que es mayor que yo, ya que la diferencia de nuestra edad es considerable
son catorce años de diferencia, que satisfacción podría el encontrar en una chica tan joven e inexperta. Mis pensamientos vagaban a la deriva por mi mente tan ensimismada que no fui consciente de que cada vez el sol brillaba menos, era un hermoso atardecer el que me envolvía con sus tonos anaranjados y rosados.
Debería volver antes de que se preocupen, mis padres suelen ser muy irritantes con los retrasos, ellos creen que una dama siempre ha de ser puntual. Y yo aún debía acicalarme
y prepararme para la cena.
Entonces algo llamó mi atención de regreso a casa. Y es que un muchacho agachado triste y llorando a la orilla de una gran piedra, encogía su cuerpo mientras sostenía su tripa. Me acerco a él y le pregunto -Por qué lloras niño-
-Yo no soy ningún niño ya tengo catorce años -me contestó sin ni siquiera levantar su vista
-Perdona mi educación -le dije mientras me agachaba para poder estar más a su altura
-Por qué estás llorando caballero quizás pueda yo ayudarte -volví a insistir
-No me han pagado mi jornada laboral hoy, por estropear una de las herramientas de trabajo, pero yo necesito el dinero. Mi madre está enferma a causa de un parto fallido mucho me temo que no resistirá; mis hermanos tienen hambre y son mas pequeños que yo no pueden trabajar, como les voy a explicar que hoy tampoco tendremos comida -me dice el muchacho, con la voz temblorosa por el llanto y los ojos colmados de lágrimas, mientras una mirada de desesperación escapaba de sus iris azulados.
-Espera aquí no te muevas, yo te voy a traer algo para que puedas llevar a tu casa -le dije y salí corriendo.
Subo la colina lo mas rápido que puedo, pensando en lo miserable que me sentía por quejarme de un matrimonio cuando hay personas que sufren y padecen mas de lo que yo jamas sufriré. Los ojos de ese muchacho estaban colmados de dolor y desesperación; eran tan profundos que despertó tal tristeza capaz de hacer temblar mi cuerpo en una corriente eléctrica de culpabilidad, que a pesar de no ser mi culpa ni mi responsabilidad, hacía que mi cuerpo se moviera en busca de una posible solución para ese muchacho tan joven.
Por fin pude cruzar las puertas de casa, subo hasta mis aposentos y busco en mi joyero un collar de perlas que no solía usar porque estaba un poco deteriorado, pero eran auténticas seguro el muchacho podrá sacar algo de dinero si lo vende.
Bajo veloz la escalera y salgo nuevamente por la puerta, esperando que ese niño no se hubiera marchado.
Consigo bajar la colina, estoy viendo la piedra y la silueta del muchacho, por lo visto no se ha ido.
-Ya estoy aquí- le digo intentando coger aire pues el camino cargando este vestido y corriendo me ha dejado un poco cansada.
Le muestro el collar y sus ojos se iluminan -Toma, cógelo y llévalo al mercado, sacarás algo de dinero por lo menos para comer un par de meses- le digo
-No puedo aceptarlo, pensarán que lo he robado -me dijo
Entonces que podríamos hacer, pienso. De repente me acuerdo del señor Lower que vende y compra objetos de valor.
-Ya sé- le dijo
-Sabes donde queda la tienda del señor Lower, la que está junto a la plaza-
-Si la conozco de pasada- me dice él
-Pues llégate allí y dile que eres un criado de la casa de Jork y que te envía la señorita Lilian Jork, a vender este abalorio.
-Eres la hija del coronel Patrik Jork-
-Si ahora ve, y compra medicamentos para tu madre-
-Te lo agradezco mucho no se como pagaré el favor que me dais -me dice
-Solo dame un beso y estaremos en paz-
-Un beso mio no puede igualar este presente mi lady-
-Deja que sea yo la que ponga precio a mi presente, lo único que deseo es un beso y que me prometas que nos volveremos a ver, quiero saber si tu madre mejora-
-Está bien, pero yo no soy digno de tal bondad-
El muchacho dudaba así que me acerqué a él y lo bese momentáneamente en los labios. No fue mas que un beso casto, como el que se daría a un hermano. El me miró y por un momento sus ojos brillaron. Se inclinó y se dispuso a irse, entonces de repente me acuerdo de que no se su nombre.
-Perdona- le gritó -¿Cómo te llamas? -preguntó
-De lejos se oye Jake Felkes-
Jake, se llama Jake, su nombre estaba revotando en mi mente. Por extraño que parezca, había algo que me atraía de este muchacho.
A la mañana siguiente, me despierta Ama, ella ha sido como una madre para mi es la persona que me escucha y me comprende cuando estoy preocupada. Es a ella a quien le confío todos mis secretos.
-Buenos días pequeña Lily, que tal has dormido -me dice Ama
-Bien, la verdad es que después de ayudar a Jake mucho mejor -le dijo
-Ama. Y quien se supone que es Jake si se puede saber. -
Entonces le cuento todo lo que ocurrió ayer, su reacción es mas positiva de lo que esperaba
-Mi pobre niña, que nada borre de tu ser ese corazón tan noble -decía mientras sostenía mi cara en sus manos y algunas lágrimas resbalando por su rostro
-Y pensar que pronto te casarás y te llevarán lejos de mí- Ama lloraba
Me sentí con la obligación de demostrarle a Ama que no había de que preocuparse, yo soy una persona valiente y voy a saber encajar esta prueba del destino.
Bajaba las escaleras cuando la voz de mi padre me llamó
-Lilian, te espero en la sala tenemos un invitado especial al que no hay que hacer esperar, termina tu desayuno rápido y ven.-
Un invitado especial, ¿quién seria? me preguntaba a mí misma. Entonces le pregunté a una de las criadas de quien se trataba
-Señorita, es el señor Fox viene a visitarla- me informa
No esperaba que llegara tan rápido, mi padre me informó hace unas semanas de que Fox tardaría en venir unos cuantos días. Me armé de valor respiré y me levanté para plantar cara a mi destino.
Mientras caminaba, mi corazón latía cada vez mas fuerte, podía sentir la presión de mi sangre recorriendo mi cuerpo, un nerviosismo se apoderaba de mí. Ya estaba frente a la puerta, podía oír la voz de mi padre reír junto a una voz que me era desconocida.
Respiré hondo e intenté relajar mis sentidos. Acto seguido llamé a la puerta y esta se abrió. ¿Cómo será mi futuro marido? ¿Le gustaré? pensaba yo mientras la puerta terminaba de abrirse...