Ella estuvo ahí cuando nadie más me inspiraba, cuando los días se volvían tan monótonos que no le encontraba ningún sentido a mi vida, ella fue mi terapia, le dio color y sonido a las cosas interminables que estaba sintiendo, fue mi compañera y guía, porque mientras más avanzaba y más cosas en mi vida pasaban, ella estaba ahí para acompañarme y lista para oírme cuando quisiera; guiarme para ir en las notas correctas, para encontrarle una rima a mi vida, ella estaba ahí y me decía, “esto puede parecer muy malo pero ayudará a más personas, porque no eres la única sintiéndose así” y me abrazó, y me ayudó a desnudarme con ella, mostrándole todas mis cicatrices, mis heridas aún abiertas y mis lados más hermosos.
No creo que haya alguien que me conociera tan bien como ella, porque sin importar con quien estuviese, quien fuese mi amigo o novio, ella no me juzgaba, me escuchaba y me ayudaba a tener el control de mi vida, ella cantaba conmigo cuando los días eran grises, y mágicamente los pintaba de colores, ella, con tan solo una palabra podría crear las melodías más hermosas que pudiesen existir en el mundo, y yo era su musa, y ella era la mía, somos y seremos un equipo, por siempre. Y a veces, cuando me alejo de ella, me doy cuenta de que por más que lo intente, no puedo hacerlo, pues la tengo tatuada en mi corazón, porque desde el momento en que me abrí a ella, fui eternamente suya, y ella fue mía.