LO QUE EL LLANO SIEMPRE OLVIDA
ES LA MANO DEL ANÓNIMO ARTISTA
QUE SOBRE TODO LIENZO IMPROVISA…
NO HAY DIOS PERFECTO
SOLO UN DIOS INCOMPLETO
Y CASI SIEMPRE AUSENTE…
HECHURA HUMANA DE
EXTRAÑA ARMONÍA Y
Exigida sutileza
QUE POR AZAR GOZA EN todo MILAGRO…
Mientras que EL HOMBRE…
ES LA MILÉSIMA PARTE
DE UN GRAN TODO EN CONSTANTE EXPIACIÓN…
Tacataca fumaba la excreta del último puchito de cigarrillo cargado con hojas de marihuana, que aún le quedaba flotando entre sus labios rojos… lo hacía cabizbajo, escondido al lado de un carrito de carga de jardinería, mascando su nerviosismo con suma paciencia. De pronto se reía como un tarado, se ponía más chino que nunca, completamente morado, ahogándose, sin hacer ruido, mostrando una enorme dentadura amarilla por la nicotina que fumaba, delatando su felicidad en el imaginario de sus recuerdos, siempre hablando solo y bajito, susurrando, mirando por encima de los lentes, acariciando el revólver viejo con tres balas igual de obsoletas prendidas en el tambor que un día su padre, antiguo militante aprista, se lo dio para que se cuidase; ahí estaba junto a sus dos amigos, escondiéndose en el cuarto de jardinería que quedaba frente al comedor universitario de la Universidad Agraria.
Bordeaban las once de la noche y a través de un agujero que lo habían hecho adrede a la pared de madera podían ver si la universidad por fin quedaba sola y a oscuras, aunque ellos muy bien presentían que en otro lado de la universidad, en el subterráneo del edificio de deportes, igualmente camuflados podrían estar los de “sendero”. Tacataca era un líder por naturaleza, un amasijo de chino, cholo y zambo, era alto, desgarbado y barrigón, siempre riéndose, mientras sus gruesos y viejos lentes resbalándose por su rostro aceitoso, tenía el cabello largo, ondulado y hablaba siempre como dando directivas y tocando el hombro de su interlocutor con el dedo índice de su mano derecha, como para que se lo entendiese bien, casi siempre guiñaba el ojo derecho en una suerte de tic, a veces se le pegaba la lengua al paladar y no les salía las palabras, por lo que le pusieron taca-taca; pero luego lo hacía con suma energía y de corrido, era el referente aprista más importante en aquella universidad y aunque muchas veces parecía un idiota porque hablaba en doble sentido solo para sacar de las casillas a sus condiscípulos, no lo era para nada, todo lo contrario. Era el dirigente juvenil aprista perfectamente entrenado en el debate dialéctico y el camuflaje político, tanto como para que su partido trascienda más allá de cualquier coyuntura, tenía una visión clara y fanática de su aprismo que lo convertía en un excelente hablantín político. En una suerte de juego de intereses convenció a sus dos amigos a que se lancen a la justa electoral estudiantil, como partido independiente, “Movimiento Estudiantil Académico”, los adversarios se burlaban al leer en siglas, “MEA se mojará en las elecciones”, “aquí todo se MEA”, superadas las burlas y fustigando con propuestas serias y gremiales, comenzaron a trepar y eran los fijos ganadores faltando poco más de una semana, pero bastó un par de panfletos muy bien escogidos que resaltaban los nexos con el APRA para que se derrumbaran sin misericordia, tarde el par de amigos simplones, Poggi y Grillo se dio cuenta que trabajaban gratuita y gentilmente para el APRA y la amistad peso frente a la riña y ahí estaban los tres con sus pantalones empolvados y embetunándose el rostro, esperando “jugar a la guerrita” en esa noche víspera a las elecciones generales estudiantiles.
Tacataca la tenía clara, era cosa de meterle fuerza en el tramo final de la contienda, iban a salir a destrozar la batería rival y meterle “caca” a todo tipo de propaganda enemiga, no quedaría títere con cabeza, esa era la orden, no se sabe si dictada desde la misma “casa del pueblo”, bastión de los apristas, en alguna noche de tragos y verborrea política, pero para el siguiente día el único número que se vería seria el “seis”, eran tres las listas que competían por el primer lugar, una lista sosa y poco aplicada de pitucones sin fortuna y la otra propuesta por los camaradas de “sendero”, “los rojos”, pese a que ya habían hecho acto de presencia colgando algunos perros muertos en los postes de la universidad a la par que soltaban literatura anti-sistema, su presencia entre los estudiantes aún no tenía peso específico porque esa universidad siempre fue apolítica.
Sus estudiantes presos por la presión academicista, no tenían más horizonte que sus “libritos”. Por otro lado para la facción senderista de Lima hasta ese momento no había tenido en sus planes realizar alguna gran incursión en esa universidad, puesto que no representaba una posición política a copar, puede ser también por el número de estudiantes que no pasaban de tres mil alumnos regulares o porque la mayoría de ellos pertenecían a estratos económicos intermedios, “pequeños burgueses empozados en su mediocridad y alineados por un sistema que los oprime, pero a su vez convencidos que ese sistema, es el mejor”.
Días previos al cierre de campaña, su candidato, el candidato por “sendero”, un joven con claras evidencias de una afectación mental empezó a remontar en las encuestas y todos lo veían como el virtual representante de los estudiantes, fue una hábil maniobra del grupo de “sendero” (comunistas recalcitrantes que por medio de la violencia querían acabar con el viejo estado burgués, para implantar “La Nueva República Popular del Perú” y ya tenía bases sólidas y representativas en otras universidades, La Cantuta, San Marcos y La UNI), entonces, para burlarse, para “cagarse” de risa del sistema y de la actual republíquela sostenida entre frágiles costuras por grupos de poder corruptos al capitalismo internacional, que representaba en ese momento el Rector, apoyaron estratégicamente a este candidato y los estudiantes en su conjunto cayeron, a todos les parecía simpático sino chistoso que ganara “el Chavito”, los profesores completamente asombrados no podían creerlo, este joven, que según cuentan fue demasiado inteligente, llego de una provincia bastante lejana, no contaba con familiares cercanos y prácticamente la asistenta social buscó la forma de correr con sus gastos personales, mientras él solo se dedique a estudiar y no perder el tiempo, así pues sus notas eran sobresalientes y en su contra lo único que lo manchaba era su gran desorden de genio y su cierto rechazo a la ducha y el jabón, un día luego de resolver sus ejercicios de Cálculo III, un agrónomo amigo suyo le trajo una pregunta que según se decía vendría en el examen final, era una pregunta que no tenía solución, porque quien la propuso, un matemático mexicano, creó un algoritmo llamado el “infinito errático”, era sombroso encontrarle siempre una ecuación nueva y sin solución, era la trampa perfecta para todo calculista egocéntrico, y efectivamente la pregunta vino en el examen final de Cálculo III y el Chavito no la dejó para el último, se había pasado toda la noche resolviendo la pregunta y creando ecuaciones y más ecuaciones sin respuestas, e integrales desbordadas de variables que amalgamaban elipses e hipérbolas en una suerte divina por hallar la explicación del mundo y más horas sin sueño en noches eternas, solo viajando al mundo de nunca jamás y finalmente se durmió juntando todas sus noches de la semana más por cansancio que por sueño, aunque detrás de todo sueño hay mucho de cansancio, en fin, el asunto fue que en su sueño alcanzo la solución al problema y estaba muy feliz porque todas sus “n” variables tenían sus “n” respuestas, sentado en una inmensa hoja cuadriculada de cuaderno de escolar, cargando por el hombro un lápiz enorme y completamente amarillo, entre sueños lo había logrado, había creado un cuadro elipsoide de doble entrada donde las curvas diagramadas dibujaban perfectamente un mundo de mariposas con tres pares de variables atadas a constantes de crecimiento errático que solo simulaban cruzarse, todas concatenadas entre sí daría fin al problema matricial, así que cuando vio el ejercicio dibujado en el papel A4 sobre su mesa, entregado por el profesor con cierta osadía, solo dijo: “fácil”, el asunto fue que jamás saldría de ese algoritmo sin solución que lentamente lo fue llevando a la demencia total entre pasadizos mágicos que no tenía puertas ni ventanas, solo una luz sin amor que lo dejaba sin tiempo, no había padres, ni madres, menos aún una generosa asistenta que un día presa de una terrible crisis emocional le soltó la mano por siempre al abismo de su locura..., hay quienes dicen que como vivía solo y no se alimentaba bien enloqueció, esa fue la principal causa de su cortocircuito cerebral, otros dicen que se puede vivir sin comer por unos días, pero jamás sin dormir y el Chavito jamás dormía, “dormir es para los muertos decía”, era otra víctima de los insomnios aplacados con ciencia, en fin, él era el candidato virtualmente ganador y claro, seria para morirse de risa ver al Rector con tan particular personaje debatiendo las reformas de los programas universitarios, ¡falso!, jamás se reformaba nada, la malla curricular solo servía para entrampar más que para desatar, era el perfecto engaño para enlodarlo todo, el maniqueísmo del sistema nefasto, por ello, al saberse ganador virtual, la gente de sendero bajó la guardia y los del APRA salieron con todo, iban al final de la cola de los tres favoritos y los dirigentes del partido le llamaron la atención a Tacataca, la noche en mención salieron como los “búfalos” que eran para derribarlo todo, iban con ropas negras y con las caras pintadas de betún oscuro, Tacataca era el único que las veía en serio, mientras que sus dos amigos se reían de todo, ellos estaban jugando a los soldaditos de la televisión, el “Loco Poggi” (era el sargento Saunders) y “Grillo” (era el teniente Hanley), así que se cagaban de risa mientras se echaban al suelo las pancartas “enemigas”, Grillo gritaba ahí viene el negro tristeza, triz-tezaaaa… Poggi todo monse respondía por qué tristeza, por su gran PENON y jajaja..., se echaban sus risas estruendosas, corre, corre que te azota con su látigo, jajaja..., mientras pintaban con brea líquida la cara de Chavito, ocultando su sonrisa infalible del perfecto imbécil con el cual ganaría la elección, luego como locos corrían por los pabellones sacando de sus mochilas la propaganda a su favor, para pegarla encima de la de sus rivales, siempre riéndose y gritando como niños traviesos, jugando hacer desorden en la casa vacía, víctimas de su feliz inmadurez, de ser hoja y no viento…, de pronto en medio de la noche y el silencio se escuchó el primer disparo fuerte y seco, Poggi y Grillo se agazaparon como gatos al asecho debajo de las escaleras del laboratorio de biología, a tres pabellones de donde dejaron a Tacataca que eligió los pabellones de humanidades, los que quedaban al borde de un bosquecillo silvestre que fungía de “pequeño ecosistema” para plantar y trasplantar semillas de tesistas a punto de extinguirse, entonces, solo entonces se miraron a los ojos con un atisbo de espanto más que de duda, quien sabe acorralados ya por el terror, ellos solo tenían unas cuchillitas sin filo, aquellas que usan los pescadores para desatar sur redes, Grillo le dijo bajito mientras miraba el oscuro silencio de la bóveda de edificios que no dejaban ver el cuerpo con vida de su amigo: “salva el culo huevón, corre y no te detengas, porque hoy será el día en que paguemos todas nuestras culpas, corre hasta el muro y salta, corre maricón y no te detengas porque te jodes, de verdad que te jodes..., (hiso un gesto y grito), sígueme mierda...”, soltó la mochila y el correlón de Grillo comenzó a correr con una desesperación impresionante, cruzó los laboratorios de física como si fuera una paloma azotada por el miedo, llego a la pista interna principal de la universidad, aquella que cruzaba todo el campus universitario y se lanzó hacia los cultivos de pasto mejorado, sobre la gran marea verde parecía flotar y siguió corriendo ya como un gato rozando el llano hasta trepar sin dificultad de dos saltos el muro que colindaba con la gran avenida que llegaba a la Javier Prado, oscura y solitaria por las horas, cayo sin estragos y siguió corriendo quien sabe convertido en un galgo hasta su propia casa, a esas horas la pista era una lánguida línea de vida, un vacío profundo que dividía al mundo en dos, la magia de un azul eterno creaba la cúpula perfecta de una pecera universal donde los peces habían desaparecido y el fondo era un pedazo de universidad en guerra..., mientras por detrás hacia lo mismo el Loco Poggi, quien corrió como el loco que era, encabritado por el desasosiego de la pronta muerte, repitiendo la misma ruta de su entrañable amigo, pero a la diabla, desesperado, botando la vida, descamisado, tropezando con todos sus miedos, hasta que se atoró en el pasto mejorado, sintió en ese instante el eco de la segunda bala retumbándole más cerca de lo que imagino, quien sabe sobre sus propios oídos, el terror se apodero de él, su visión se opacó de a pocos y cayó como si estuviera siendo filmado en cámara lenta, tres metros más allá del tropezón, con las rodillas hacia delante, los pies atrapados hacia atrás casi tocando su espalda, para luego caer en revolcada como un costal desprendido de algún camión en marcha, la humedad de los surcos de agua que aun corrían por ahí empezó a calmarle el incendio de sus emociones y miedos que lo terminaron de ahogar en una tos que solo la pudo controlar acallándola con sus dos manos, para que nadie se dé cuenta de su existencia, así que se dio media vuelta con el rostro completamente enrojecido y la garganta atorada en el espanto, se agazapó enlodado como un sapo entre el pasto y el charco y pudo ver claramente en medio de una danza grotesca, igualmente hermosa, igualmente mortal, como si se tratase de una pelea de insectos, imágenes del terror, aún con vida Tacataca disparó sin fortuna su última bala tratando de disuadir a sus atacantes, recién en ese momento presa de la desesperación comprendía que esa reliquia de arma no le serviría de nada, disparaba por encima del objetivo, pronto las sombras oscuras lo acorralaron entre vaivenes trágicos e inciertos, podrían ser cinco o seis, hombres o mujeres, no se distinguía, sobre la pista interna del campo universitario Tacataca estaba fuera de sí danzando su muerte, sus piernas largas y abiertas sosteniéndole sin más gravedad que el aleteo absurdo de sus brazos dando manotazos a la nada, su rostro era una sola pieza con ojos embadurnada en betún, ya había perdido los lentes y su cabello completamente mojado se sacudía con fuerza como las crines del caballo, aun así sus expresiones finales eran la del que da la vida por sus ideales, por su inmortal partido, no perdió el coraje, estaba completamente descamisado tratando inútilmente de arremeter contra la superioridad bien entrenada de sus enemigos que pivoteaban a su alrededor con siniestra manía, estos ya solo se divertían viéndolo manotear en lo despejado de una noche clara, en medio de una pista pulcra y limpia, hecha de un solo brochazo de brea, para con su sangre que se derramo sin suerte tras el primer varazo bien dirigido y sujetado a dos manos de un tipo que en cada golpe que daba a su adversario le iba saldando las cuentas al destino, tal vez azotaba a su padre, a los hombres de su madre, al impresentable novio de su hermana, a los homosexuales infectos que riegan enfermedades o finalmente a los enemigos históricos del partido internacional..., pues en esto no había nada personal..., le sacó las muelas del lado izquierdo y la totalidad de los dientes delanteros cortándole parte del rostro en dos, echándolo de bruces al suelo, quien sabe ya sin dolor, el segundo varazo le destrozó los dedos de la mano derecha que aún sostenía el revólver sin balas, era tanta la fuerza de su odio, que el cuerpo del agresor se sacudió hasta salirse de su equilibrio en cada golpe perfectamente ensayado en cuerpos anteriores, el tercer y último varazo le partió el fémur de la pierna izquierda, en ningún momento se escuchó alguna queja de Tacataca, quién sabe todo se deba a la contundencia y precisión del primer golpe que lo noqueó y lo dejo a merced de la cobarde rapiña de sus agresores, quienes disfrutaban callada y morbosamente de la golpiza..., retumbaran por siempre en los recuerdos de Poggi el jadeo del esfuerzo de pegar sin alma a otro ser humano rendido..., luego otro se acercó pistola en mano, con el cañón entornillado a un silenciador y disparó dos veces al lado del rostro del aprista, seccionándole el oído derecho, luego una voz de mujer grito: “la próxima te matamos búfalo de mierda”, Poggi estaba llorando, no se movía para nada, pensó que no se darían cuenta de él, hasta que vio como el grupo de sujetos se acercaban cual mancha de heraldos con la gran y única decisión de regarle la muerte, Poggi sentía que no podía pararse, era como si una gran mano funesta lo cogiera por el muslo de la pierna izquierda, pronto llegaron hacia donde él estaba y de una patada lo pusieron de frente, “este quien es..., lo reconoces”, increpo el que llevaba el arma en la mano, mientras le pisaba el tórax con fuerza, el que tenía la vara opino, “estas escorias solo merecen la muerte y no detendrán el curso de la historia”, una de las figuras que tenía voz de mujer lo reconoció, “es el que encabeza la lista de los apristas, pero no es aprista, es un insignificante metete” (se equivocó, porque realmente era el segundo de la lista y sí era cierto que era un insigne metete), la mujer se volteó rápido con la decisión de marcharse, tenía temor que le reconozca por la voz y le dijo al más gordo: “este es un cobarde, ni siquiera se nos enfrentó, métele un rocón en la cabeza” y el grupo se marchó, el gordo se demoró en conseguir una roca grande que le rompa la cabeza a Poggi quien paralizado por el miedo cerro los ojos y pensó en su abuelita muerta, su ángel de la guarda, luego sintió que el universo se la devolvería con una fuerza inusitada clavada por siempre en la frente...
EPILOGO
Grillo no recuerda como llego a su casa ni como se metió a su cama, tal vez serían las seis de la mañana, quien sabe antes, solo recuerda ser parte de los claroscuros de un amanecer que lo camuflaba con cierta pena, diluyéndolo en la soledad de la traición, solo entonces caería sobre su cama y se pondría a rezar, tenía aún puesto los zapatos y toda la suciedad encima, hasta la cara la tenía llena de crema para calzado negro, mientras imborrables imaginaba los últimos lamentos desgarradores de sus amigos, solo entonces empezó a llorar sin control ahogándose con la almohada toda culpa, hasta cuando escuchó media hora después la voz de su madre, llamándolo para que se aliste a ir a la universidad, ese día deambuló por el centro de Lima revisando los periódicos del día, como un loco hablando solo juro no ir más a la universidad, recuerda haber entrado a una iglesia y haber llorado sin consuelo hasta la tarde, recordaría las veces que le corregía los poemas gnósticos que Poggi no paraba de reprobar, recordaría cuando lo incluyo en el equipo de futbol pese a que era muy malo y lo hizo famoso con un par de goles de cabeza…, una niña que vendía estampitas lo vio llorando en un rincón de la iglesia y le dijo no llores más pues te sanarás...