Primero que nada quiero darte las gracias por haberme brindado tu amistad y confianza.
Bien sabes que todos tenemos hambre. Hambre de pan, hambre de conocimiento, hambre de amistad,
Hambre de amor pero sobre todo un amor verdadero e incondicional.
Aunque el amor leal, sincero y desinteresado es la verdadera comunión de las almas; suele ser celoso, egoísta y vulnerable. Por lo que hay que hacerlo perdurar y fortalecerse a través del tiempo, la distancia, pero sobre todo a través de los éxitos y fracasos que vivamos juntos.
Creo que el sentimiento que siento por ti, es el más noble. Crece del desinterés, se nutre dándose, y florece con la comprensión y con la fidelidad.
El sitio de nuestra actual relación puede estar junto a ese sentimiento tan maravilloso, ya que las condiciones nos favorecen... Tú y Yo tenemos hambre de amor, y sólo las personas honradas pueden sentirlo con todo el corazón y en todo su esplendor. Para nosotros, el amor no admite cálculos, ni sombras, ni dobleces. Exige, en cambio, sacrificio y valor, comprensión, entrega y verdad; verdad sobre todas las cosas.
Me has hecho ver en ti un hombre ambicioso, honesto, tierno, y con unas ganas inmensas de recibir amor.
Y aunque tal vez el temor de otro tropiezo se vuelva a hacer presente, te propongo contemos nuestros días por las horas doradas, y olvidar las penas habídas; contar nuestras noches por estrellas, no por luces esfumadas; contar nuestros días por sonrisas, no por lágrimas sufridas.
Por eso recuerda que pensar en el dolor vivido, puede ser un eterno sufrir y un obstáculo en nuestras almas unidas en comunión como queremos estar.
Goza mientras vivas; disfruta tus días; vive la vida al máximo; sácale el mejor provecho a lo que posees.
Colaboración de Viento