Me estoy desvaneciendo, poco a poco me voy de aquí, lentamente me voy de ti. Tal vez cuando leas esta carta ya no estaré; por ello intentaré que me veas en cada línea, que me huelas, que me sientas, que me saborees, que sepas que soy yo quien te habla, que te toco en cada palabra que te escribo, que cada frase es un suspiro y cada palabra es una llamada a tu auxilio.
Si tuviera que resumir esta carta tan sólo diría que no me dejes ir, que no me dejes pasar, aún hay tiempo de creer, aún hay tiempo; pero me estoy secando, mis emociones se están drenando. Puedo oler tu miedo a kilómetros y puedo ver cómo pones barreras para que no penetre tu frágil corazón. Lo sé, sé que te han herido, sé que te atemoriza el amor, has sido prisionero de tantas cárceles que incluso cuando intento mostrarte qué es el amor en libertad, piensas que es una cárcel más.
Cómo mostrártelo? Cómo hacerte creer? Cómo decirte que eres todo lo que quiero y más? Cómo poder continuar si yo tengo miedo también?
Así es, tengo miedo; quisiera decirte tantas cosas, pero aun cuando intento expresarme, mis palabras se atascan a mí, se cristalizan, se aferran bravas a mis dolorosas paredes.
No entiendo otro lenguaje que no sea el amor, nací y crecí con eso, es mi impronta indeleble, es parte de mi arquitectura mística.
No sé cómo relacionarme con otro ser sin que toque mi alma, sin que amar sea un ejercicio permanente, sin que sea la única y verdadera redención. No es amor de pareja propiamente, es amor universal, una constante, una filosofía, una forma de vida; el amor de pareja es una de las manifestaciones más hermosas y perfectas de ése amor, la más transformativa de todas. Sé mucho sobre heridas, fui a la escuela de medicina, recuerdas? pero sé poco sobre las caricias.
A mí también me han herido, tal vez por eso tengo miedo; no tengo miedo de que esto termine, tengo miedo de que funcione. No sé cómo podría reaccionar mi alma si por primera vez todo sale bien, si realmente dos almas no se encuentran por casualidad. Debo admitir que la sola idea me atemoriza, me acojona, me obnubila.
Me pregunto si me llamarás cobarde por querer irme, en mi defensa diré que tu miedo y tus barreras me bloquean totalmente; incluso cuando empiezo a creer, pareciera que sientes miedo. No estás presente, no estás realmente aquí, te encuentras entre el pasado y la ansiedad del futuro, sin disfrutar plenamente el instante, sin comprender que el momento es ahora y la vida es aquello que transcurre mientras hacemos otros planes, sin comprender que ya soy tu presente, y que en el espacio y el tiempo soy yo quien me fundo contigo, que no hay otros espacios ni otros tiempos.
Para ti el amor es como un sujeto desconocido que toca tu puerta a pedirte algo de comer, pero no confías en él, y no sólo cierras la puerta, cierras la casa, cierras la vida y te gusta llamarlo libertad. Para qué sentir? Acaso estás loco? Eso es riesgoso y prematuro, no es así? Como dice R. G. “Dime tú, cómo haces para no sentir algo cuando lo haces" ¿Cómo se finge la vida? ¿Cómo se hace para que nunca parezca amor y que simplemente parezca un accidente?".
Yo prefiero tener heridas por valiente, y no estar intacta por cobarde. Y me iré de acá mientras te veo caminar por el túnel de los inertes postmodernos, mientras elijo sentir y honrar el amor y aquello en lo que creo. Si puedes detenerme hazlo ahora; a lo mejor es cierto que dos almas nunca se encuentran por casualidad, quizás es por esto que debo quedarme en tu vida. No me dejes ir, o de lo contrario permite que me marche rápido. Yace aquí mi último acto de valentía.